El bosque siempre nos está llamando. Allí buscamos riquezas y misterios. Y los encontramos.
Cada árbol, cada arbusto, cada matorral es el preámbulo de
nuevas sorpresas y, a menudo, como luminosas chispas cruzando la noche, inesperados y
fugaces movimientos delatan el paso de sigilosos animales o de veloces
pájaros.
Y, en realidad, riquezas y misterios son lo que - según el
himno 146 del décimo mandala del Rig Veda y nuestros propios paseos - hemos ido
descubriendo:
Arayani, Aliento del Bosque
que pareces inmóvil,
¿porque no buscas morada?
¿no tienes miedo a nada?
Cuando el canto de los pájaros
acompaña al de los grillos,
paseas alegre,
como una Reina al son de los cascabeles.
Pero, en el atardecer,
parece que un rebaño pasta entre las sombras,
o que hay una casa al final del sendero,
y cada crujido intimida,
Se diría que alguien llama a su ganado,
o que corta leña con el hacha.
Quien se demora en el bosque
cree que cada sonido es un grito.
El Aliento del Bosque es benigno
(¡A menos que alguien se oculte!).
Allí se comen los frutos más dulces
y cada rincón es el mejor lecho.
Te alabo Selvática Madre.
¡Perfumada con ricos aromas,
regalas las cosechas
más sabrosas!
Este himno del Rig Veda - único dedicado al bosque y a su
divinización entre los 1.028 que nos brinda - preludia el uso de estos
parajes por los rishis védicos como lugares para sus búsquedas religiosas y
espirituales.
Los resultados de estas especulaciones llevan el nombre de
Aranyaka (literalmente, "hecho en el bosque") que, conjuntamente con
los cuatro vedas y las meditaciones conocidas con el nombre de Upanishads,
conforman los textos "shruti" o escuchados directamente de - o
revelados por - las divinidades y empezados a recopilar hacia el 2000 aC.
Desde entonces los bosques (si convenimos en que la
literatura, en el fondo, dice siempre la verdad) nunca han dejado de acoger
curiosos soñadores de todas las condiciones. Los valores que los vedas identifican
se nos revelan permanentes y universales.
Últimamente, por ejemplo, grupos y caminantes solitarios,
llenos de expectativas de salud integral, peregrinamos por las numerosísimas
arboledas de nuestras para tomar lo que eufemísticamente llamamos "baños
de bosque".
¡Que Arayani - la diosa de todos los florestas, de todos los
tiempos y de todas partes - nos guíe y nos acompañe en nuestros paseos!
(Y - ya que estamos en ello y si no es pedir demasiado- también en
nuestras lecturas...)