Nublado, el Rey de los cuervos, estaba muy preocupado: cada noche, cuando se ocultaba el sol, aparecía Feroz, el monarca de las lechuzas que, acompañado por algunos de sus súbditos, atacaba a los cuervos que vivían con él y que, en la oscuridad, no podían defenderse.
Harto, decidió consultar a sus ministros.
"Haz las paces con las lechuzas", le aconsejó Nuevavida, "ya que:"
Si quieres saber lo que pienso
nunca luches contra el fuerte.
¿Quién ha visto a una nube
avanzar contra el viento?
Pero Vuelvealavida le recomendó hacer lo contrario:
Con quien falta a la verdad
nunca se debe hacer una alianza.
Aunque se comprometa
su malicia le hará romper cualquier pacto.
Vivelavida tenía una opinión muy distinta:
Retirarse es lo mejor
ya que te abre dos puertas:
salvar la vida
y prepararse para ganar.
El criterio de Miralavida era también otro:
Un solo hombre, firme en su puesto,
puede combatir a cien enemigos,
por poderosos que sean.
Jamás abandones tu país.
Largavida añadió otro punto de vista:
Aunque sea débil una caña
con las otras coge y de fuerza
para resistir malostratos,
como hacen los reyes unidos contra un enemigo.
En último lugar, Vidafirme también dió su opinión:
Mira con desconfianza
las medidas de paz y de guerra.
Busca tus objetivos
haciendo siempre lo que más convenga.
Sin saber qué era lo mejor, Nublado se dirigió a Vidafuerte, el antiguo consejero de su padre, que, después de escucharle atentamente, le dijo:
Las vacas ven por el olfato,
las Escrituras sirven a los brahmanes
y las gentes usan los ojos.
El Rey percibe gracias a los espías.
Y, como nos cuenta el Panchtantra, así fue como - después de seguir la recomendación del ministro paterno y enviar espías a todas partes - el Rey de los cuervos supo lo que debía hacer.