Diversos son los deseos de los hombres
y diversos sus caminos:
el obrero busca trabajo,
el médico, enfermos y el brahmán, devotos.
Fluye sobre Indra, luz del Soma. (*)
El herrero - con plantas mágicas,
y plumas de los pájaros celestes,
con piedras encantadas
y la danza de las llamas - busca clientes ricos.
Fluye sobre Indra, luz del Soma.
Yo soy un poetastro,
papá és médico y mamá, molinera.
Nos esforzamos para conseguir riquezas con todo tipo de pensamientos;
vamos tras nuestros deseos como si fuésemos ganado.
Fluye sobre Indra, luz del Soma.
El caballo desea un carro ligero,
el seductor, una sonrisa,
el pene, una abertura velluda
y por el agua suspira la rana.
Fluye sobre Indra, luz del Soma.
Los himnos del Rig Veda transmiten una sabiduría profunda y serena, establecida, probablemente, sobre la observación tranquila y continuada de la Naturaleza. Sin embargo, no todos giran en torno a fenómenos astronómicos, geográficos o sociales "serios", más o menos divinizados y/o convertidos en elementos rituales.
Algunos son claramente profanos, dirigidos a la familia, a un pretendiente o a un vecino ruidoso.
Buen ejemplo de ello es el traducido más arriba, dedicado a los deseos humanos más básicos.
Más allá de la precisión - y de la crudeza - de los retratos, sorprende, y hasta produce escalofríos, la actualidad de los rasgos que destaca.
En los aspectos nucleares, entre los indoeuropeos que compusieron y recopilaron este himno, hace tres o cuatro mil años, y nosostros mismos hay una clara identidad.
(*) Indra es el rey de los dioses de la religión védica, previa al hinduismo, y el Soma el licor utilizado en aquella liturgia.
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