lunes, 27 de abril de 2015

HANUMAN. UN SUPERHÉROE EN EL MUNDO REAL

En lo más alto del cielo, se oyó un trueno profundo y potente. Era Indra, el rey de los dioses y también de las tormentas, que decía: "A partir de ahora, Hanuman, el joven hijo de Vayu, el monarca del viento, será invulnerable a mis rayos."

A continuación, Martanda, la resplandeciente divinidad solar entre los hermanos Aditiás, añadió: "Doy a este muchacho una centésima parte de mi inmenso brillar. Y, además, le adiestraré en el arte de la elocuencia."

Mientras tanto, reinando en las aguas, el divino Varuna afirmaba: "Ni en una miríada de años, ni el lazo con el que ahogo ni ninguna de mis aguas le podrán causar la muerte."

"A partir de ahora, será invulnerable a mi cetro y ajeno a toda enfermedad.", añadió Yama, el dios de la muerte, y concluyó: "Con mi poder, le otorgo el privilegio de ignorar para siempre el desánimo en el campo de batalla."

Incluso Dasagriva, el guerrero de las diez cabezas, anunció: "Mi maza no lo abatirá en el combate". A continuación, Shiva, el dios del cambio, rehusó al poder de destruirlo y Vishvakaram, el gran arquitecto de este Universo, dijo: "No morirá golpeado por mis armas divinas y disfrutará de una larga vida."

Por último, Brahma, el Creador, lo confirmó: "Ninguna de mis armas lo destruirá" y, dirigiéndose a Vayu, añadió: "Tu hijo, gracias a su invencibilidad, será el terror de sus enemigos y la tranquilidad de sus amigos; podrá cambiar de forma a voluntad, comportarse como quiera y viajar sin límites, según sus deseos; distinguido como el mayor saltador, esquivará cualquier obstáculo y será célebre hasta el final de los Tiempos. Para destruir a Ravana y satisfacer a Rama, llevará a cabo hazañas que sorprenderán a todos."     

Esta serie de profecías, que podemos leer en el último de los siete Libros del Ramayana (*), ya se han ido desplegando anteriormente ante los ojos del lector a través de los hechos que se narran en los seis Cantos precedentes y explican el origen de los sorprendentes superpoderes de Hanuman, uno de los personajes centrales de este gran poema épico de la literatura sánscrita y universal.     

En sus páginas, Hanuman, un simio humanizado, valiente y leal, defensor del Bien y enemigo del Mal, llevado por sus impulsos adolescentes, se ha metido en un lío de verdadero alcance cósmico; después - armado con las extraordinarias capacidades enunciadas más arriba por los respectivos dioses, propias de los superhéroes de todos los tiempos y lugares - se convierte en un factor clave en el desarrollo de la narración.    

El libro, del que se conocen más de doscientas versiones, todas ellas de la misma validez, y de permanente actualidad durante, como mínimo, los tres o cuatro mil años en todo el Sudeste Asiático y hoy, afortunadamente, en todo el mundo, va más allá de la conocida leyenda indoeuropea de la esposa raptada valientemente rescatada por su marido, que conocemos también a través de la Ilíada.

El Ramayana, además de describir el gran circo de las ambiciones humanas - y todo lo que de sublime y abyecto somos capaces de hacer para conseguirlas - retrata un mundo en el que conviven símbolos perennes en forma de dioses y semidioses, alegóricos seres celestiales e infernales, todo tipo de animales humanizados y hombres y mujeres de toda clase, capacidad y condición. Es decir, una sociedad, salvando las enormes distancias culturales, como la nuestra, ahora.

Se trata pues del mundo real, en su totalidad. 

Mientras tanto, nos seguimos dirigiendo - convencidos de que nos entienden y por su propio nombre - a animales domésticos de todas las especies, aunque usamos a otros en humillantes y a menudo crueles espectáculos, algunos, incluso, vergonzosamente sanguinarios.

La diferencia está en que el Ramayana es mucho más divertido y variado, resulta inofensivo para todos y, sobre todo, está admirablemente escrito.

¡Que la Lectura nos acompañe!


(*)  Concretamente en el capítulo XXXVI.