miércoles, 28 de octubre de 2015

IYENGAR EN TODOS LOS CORAZONES


El pasado día 20 de octubre hizo dos meses que se publicó en este blog el artículo "Iyengar, luz sobre el yoga... y sobre el sánscrito". En el, se conmemoraba el primer aniversario de la muerte del maestro de yoga B. K. S. Iyengar y se presentaban algunos de los aspectos más básicos de su obra y de su personalidad relacionándolos con lo que representaron para el conocimiento del sánscrito en Occidente.    

El Guruji Iyengar (1) - como cariñosamente se le llama -, que fue uno de los grandes introductores del yoga en Europa y América, tenía un carisma especial: una combinación de sabiduría y humildad que lo convertían en una persona entrañable entre quienes tuvieron la fortuna de conocerlo personalmente.

En la antiquísima tradición de los gurús de la India - que se remonta al período védico (¿2000 aC?) - Iyengar ha sido un fiel ejemplo de maestro doblado de preceptor espiritual. Incluso sus libros sobre asanas y pranayama son mucho más que manuales técnicos de instrucciones para realizar correctamente posturas y ejercicios respiratorios ya que incluyen aspectos filosóficos de una gran profundidad.

El contacto personal con sus discípulos fue uno de los factores más importantes del camino que mostró y las visitas a los centros de enseñanza del Yoga Iyengar en todo el mundo una de sus actividades principales.

Buen ejemplo de ello fue su visita a España en septiembre de 1996. La huella que dejó sigue muy viva en las escuelas de Yoga Iyengar del país.

Como paradigma de la permanencia de su testimonio, puede tomarse como referencia el Centro de Yoga de Reus (Tarragona) (2), que visitó, junto a otras instituciones, durante su estancia, y que mantiene la dirección y conserva, fundamentalmente, el aspecto que tenía en aquella fecha.

Las sesiones del Centro se desarrollan siguiendo el esquema básico del método Yoga Iyengar: a partir de una buena colocación del cuerpo, se mejoran pies, piernas y pelvis y se hacen estiramientos de la columna vertebral, adaptando todos los movimientos a la salud del practicante. Se consigue así un mejora general de su estado. Después de una clase de Yoga Iyengar, la persona sale repuesta y con un grado de mejora consciente y relajado.

La estima de la que gozaba el Guruji Iyengar es probablemente el motivo por el cual, a partir del momento de su defunción y en señal de agradecimiento y de respeto, el mantra "Gurú Brahma" (3) es cantado por numerosos grupos de practicantes de su método, en todo el mundo: 

Gurur Brahma.
Gurur Vishnu.
Gurur devo
mahesvarah.

Guruh sakshat
parabrahma.
Tasmai shri
gurave namah. 




(1) La palabra "guruji" es un compuesto formado por el sustantivo "gurú" - "maestro espiritual", según la Real Academia Española, aunque en sánscrito también significa "pesado, grave, grande..." - y por el sufijo "-ji", un tratamiento de respecto, añadido al nombre de las personas que merecen una consideración especial. Gandhi, por ejemplo, sigue siendo llamado hoy en día "Gurujhi" por sus adeptos.


(2) Montserrat Fortuny, fundadora del Centro (visítelo AQUÍ) - que también da clases en Barcelona (información en este ENLACE) - continua impulsando una práctica totalmente fiel a las enseñanzas originales, basándose en su formación y en unas excelentes instalaciones y equipos.

Sus informaciones han sido fundamentales para la confección de este artículo y para la del 20 de agosto. 


(3) Como es frecuente en los mantras más difundidos, prácticamente se encuentran tantas traducciones como citas.

La versión siguiente, que prescinde, por ejemplo, de las descripciones de los atributos de los dioses denominados y del sorprendente significado que tiene para numerosos traductores el concepto de "saludo", intenta ajustarse lo más fielmente posible al texto original:

El gurú es Brahma.
El gurú es Vishnú.
El gurú es el dios
Maheshvara (*).

El gurú 
es ciertamente
el Brahma supremo.
Saludos al gurú.

(*) Maheshvara es uno de los epítetos de Shiva. La palabra está formada por los vocablos "maha" (grande) e "isvara" (maestro o Señor).




miércoles, 14 de octubre de 2015

EL SÁNSCRITO O LOS PELIGROS DE LAS NOCHES DE VERANO

Es preferible dejarlo bien claro desde ahora mismo: la lengua sánscrita representa un riesgo para quienes nos adentramos en ella.

Más aún: es un peligro.

Lo experimentamos cada día los que frecuentamos sus textos, usamos su gramática o utilizamos su léxico: el sánscrito muestra toda la complejidad - la riqueza real - de todo lo que rodea a sus valientes lectoras y a sus temerarios lectores. Peor todavía: nos pone ante nosotros mismo, sin concesiones, no ya a la piedad sino ni siquiera a la indulgencia. Nos cambia, nos incita a evolucionar, nos hace más y más humanos.


Acercarse a la enormidad de la literatura sánscrita significa acceder a un cúmulo de informaciones y opiniones, reunido a lo largo de miles de años, que examina todo a lo que puede enfrentarse cualquier persona en cualquier circunstancia: la propia existencia, la realidad, el amor, el deber, el matrimonio, la guerra, el sexo, la muerte, la violencia, la risa, la belleza, la divinidad, el Universo, la percepción, la Naturaleza, la anatomía, la política, la urbanidad, los rituales, el planeta, el humos, el deseo, la comida, el propósito, la familia, el significado del lenguaje o la agricultura, entre cientos de temas tratados.    

Tras conocer estos textos, la opinión que se tiene de todo ello resulta más global, más profunda. Y el lector queda transformado.

Pero es que, además, para cada uno de estos conceptos, el sánscrito dispone a menudo de docenas de palabras que los definen desde puntos de vista distintos y con matices diferentes. 

Así, por ejemplo, para decir "amor" en sánscrito no tenemos más remedio que elegir entre más de cincuenta términos. Diremos "snehala" si queremos expresar nuestra ternura y nuestro cariño, pero usaremos "kama" si nos referimos a una atracción erótica, o "prema" cuando sentimos una respetuosa estima, o "rati" cuando buscamos diversión, o "priti" para declarar un amor sincero, pero también alegre y divertido. La lista podría continuar, pero ya se ve que antes de decir en sánscrito que sentimos amor por alguien, debemos examinarnos sinceramente y en detalle y tomar conciencia de cuáles son, exactamente nuestros propios sentimientos. Es decir debemos crecer, ser más nosotros mismos.

Esta exigencia de precisión queda también reflejada en la gramática.

Recordemos que en sánscrito disponemos de tres géneros (masculino, femenino y neutro), de tres números (singular, dual y plural), de una declinación de los nombres con ocho casos - ya que añade un llamado "instrumental" a los del latín - y que la conjugación de los verbos es también más amplia que la de las lenguas románicas (como el castellano) o germánicas (como el inglés).

Es lógico pues que, si pudiéramos mirar lo que nos rodea y examinar nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones "pensando en sánscrito", tendríamos una percepción más intensa, matizada, diversa y precisa. Más real. Resultaríamos renovados. (1)

El poeta, ensayista y filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson (2) al referirse al Rig Veda - el primer libro de poemas conservado en una lengua indoeuropea -, mediante un pensamiento extensible a toda la cultura sánscrita, lo expresaba así:

Cada vez que leo los Vedas, siento que me ilumina un resplandor sobrenatural y desconocido. En la gran enseñanza de los Vedas no hay lugar para el sectarismo. Pertenece a todas las Edades, filosofías y nacionalidades y es el mejor camino para alcanzar el Gran Conocimiento.

Cuando los leo, siento que estoy bajo los cielos estrellados de una noche de verano.   


(1) Los practicantes asiduos de yoga tenemos de todo ello - modestamente y salvando todas las distancias - una cierta experiencia. Los nombres de los asanas - o posturas - y el canto de los mantras que entonamos durante nuestras sesiones nos acercan a realidades difícilmente compartibles con quienes no tienen el placer de disfrutas de estas vivencias.

(2) Ralph Aldo Emerson (1803-1882) fue un ensayista, conferenciante y poeta acérrimo defensor del individualismo y de la Naturaleza. Fue amigo y admirador de Henry David Thoreau y de Walt Whitman y conoció el Hindusimo a través del gran hindólogo, filólogo y fundador de la mitología comparada, de origen alemán, Max Müller.

 

jueves, 1 de octubre de 2015

BHAGAVAD GITA: UN MANUAL DE COMBATE. Y DE VICTORIA.

Digan lo que digan, el Bhagavad Gita - o Gita, como es conocido entre sus amigos - es un himno de combate, un Manual de Campaña para vencer.

Es cierto que el poema empieza con un héroe - Arjuna - confuso y desmoralizado, pero continúa con inflamados y razonados ánimos para lanzarse a la lucha, y culmina con una clara visualización de la Victoria.

Animo pues a una nueva lectura del Gita. 

Las estrofas elegidas y versionadas a partir de aquí lo han sido este este punto de vista.  Les he añadido algunos comentarios para contextualizarlas.

(Las cifras incluidas al principio de cada estrofa corresponden al capítulo en el que se encuentra (la primera) mientras la segunda indica su orden en el capítulo.)


Krishna, la encarnación de Vishnu, el principio estabilizador de la trimurti - la tríada divina hindú - y auriga de su dubitativo, pariente y amigo Arjuna, le exhorta con pasión:

BG, 2.3
No te comportes como un cobarde. 
No es digno de ti.
¡Libérate de esta vulgar debilidad de tu corazón!
¡Levántate, fuego sobre tus enemigos!





Más adelante, el propio Krishna insiste en su empeño de convencer a Arjuna, con los mismos versos que, tres mil años más tarde, cantarían los prisioneros indios que luchaban por liberar a su país, ante los atónitos soldados del ejército colonial británico que los conducían a la cárcel, la tortura o, a muchos de ellos, a la muerte, durante la Guerra de Independencia de la India, concluida en 1947.


BG. 2.23
Las espadas no lo cortan, el fuego no lo quema,
el agua no lo moja, el viento no lo reseca.
El Espíritu no puede ser cortado,
ni quemado, ni mojado, ni resecado.  


Durante el resto del segundo capítulo, el avatar de Vishnu continúa desplegando argumentos para reforzar la validez de sus consejos:

BG. 2.33
Si no luchas en esta contienda justa,
abandonas tu deber y tu honor
y te conviertes en culpable.

BG. 2.40
En este combate, no hay esfuerzo inútil
ni obstáculos para conseguir la Victoria.
Incluso un pequeño paso en el Camino del Deber
libera de los peores peligros.



Desde algunas estrofas del segundo capítulo del Gita a otras del decimoctavo, el dialogo entre el cada vez más convencido Arjuna y el siempre paciente Krishna, desarrolla lo que se ha denominado "síntesis hindú", un ramillete de doctrinas que, combinando los entonces incipientes sistemas de pensamiento samkhya y yoga, supera los últimos estratos de los fosilizados vedismo y brahmanismo y afianza, en este caso, las convicciones de los combatientes.  


El último capítulo continúa insistiendo en que luchar es ineludible:

BG. 18.48
Nadie debe abandonar su deber,
incluso si no lo puede llevar a cabo con perfección,
porque todas las tareas están envueltas en defectos,
como todo fuego por el humo.

BG. 18.59
Si, encerrado dentro de ti mismo,
decides no luchar,
tu decisión en ningún caso tiene sentido.
Tu propia naturaleza te obligará a ello. 


La última estrofa del Gita es cantada por Sanjaya, el consejero del rey ciego, padre y tío de los bandos contendientes, que cuenta lo que sucede en el campo de batalla.

Sus palabras - con una u otra formulación - resuenan siempre en el corazón de los combatientes:

BG: 18.78
Allí donde esté Krishna, el Maestro del Yoga,
allí donde esté Arjuna, el Arquero,
siempre habrá un frente claro
y Fortuna, Prosperidad y Victoria.