lunes, 23 de mayo de 2022

LA CHIQUILLA DE LAS RANAS

(Los personajes que aparecen en la literatura india antigua son – literalmente – millares: divinidades específicas de las actividades más diversas y/o que glorifican lugares aparentemente negligibles; reyes, reinas, príncipes y princesas de reinos tragados por el olvido; sabios de todas clases, sacerdotes y santos, y también generales y militares de todas las graduaciones, cuerpos y especialidades, y, finalmente, campesinos, pescadores y comerciantes.

Los detalles de sus biografías son a menudo repetidamente relatados en un alud de obras que aportan informaciones fragmentarias, frecuentemente contradictorias con las contiguas y en las que es habitual encontrarnos probables coincidencias de nombres y estirpes correspondientes a diferentes protagonistas.

El hecho no tiene evidentemente remedio, más allá de muchas lecturas y, sobre todo, de interés, capacidad de asombro y pasión por la literatura.)

 

MANDODARI, LA PANCHAKANYA MÁS PRÓXIMA

Buen ejemplo de esta realidad es Mandodari, una mujer impulsada por su biografía a formar parte de las cinco mujeres que forman la famosa Panchakanya (pancha, cinco; kanya, mujeres) el grupo que, al parecer, es necesario invocar una vez al día , por lo menos, para seguir sus ejemplos y disfrutar de su celestial e infalible protección.

Aunque hay coincidencia en los diversos tratados sobre que su nacimiento es fruto de la unión entre Mayasura, uno de los reyes de los demonios, y Hena, una ninfa celestial, la información sobre la niñez de la chica es, lógicamente, muy diversas. Está claro, eso sí, que está vinculada a las ranas. 

Las versiones, sin embargo, son múltiples. Según algunos autores, Mandodari es en realidad hija de un dios y de una diosa adúltera, vuelta a ser humana unos años más tarde. Otras versiones afirman que es hija de una serpiente, otras que, cuando era pequeña, fue untada con pasta de sándalo... Todas justifican los hechos por sus orígenes demoníacos asociados a la identidad de su padre.

Donde siempre hay coincidencia, sin embargo, es que en la eclosión de la chica a la adolescencia, resultó de una belleza y de una sabiduría nunca vistas antes, verdaderamente sorprendentes.

 

UN MATRIMONIO CON OSCUROS AUGURIOS

Las historias sobre Mandodari no comentan la identidad de sus pretendientes, salvo en el caso de Ravana, el rey de la isla de Lanka, otro diablo que será después el enemigo de Rama, el valiente héroe del Ramayana. Ravana, que además de su carácter demoníaco era - y sigue siendo sorprendentemente venerado hoy en día en algunos lugares de la India - un sabio con una indiscutible autoridad en temas religiosos.

Conocía a fondo los cuatro vedas, que contienen toda la sabiduría de la India más antigua, y era un destacado seguidor de Shiva, el divino renovador del Universo, y reconocido no sólo por el hinduismo sino también por el budismo, el jainismo y los sijs.

Pese a la universal fama del novio de impenitente mujeriego, Mandodari se casó, orgullosa del empuje y brillo intelectual de su marido y decidida a corregir su infiel comportamiento.

Como mujer sabia y sensata, Mandodari siempre intentó conducir a Ravana hasta la rectitud, aconsejándole incluso no someterse a los Navagraha, los nueve seres celestiales que, de acuerdo con algunas creencias, gobiernan los destinos humanos.


NUEVA ETAPA

La vida de Mandodari fue siempre compleja.

Cuando Ravana secuestró a Sita, la mujer de Rama, en un bosque donde estaba exiliada con su marido, los hechos se precipitaron: el demoníaco rey. con la voluntad de agrandar su harén, también se quiere casar con ella.

La vehemente negativa de la chica y la invasión de Lanka para liberarla por parte del marido, llevaron a una situación de gran gravedad y cuando el diabólico rey quiso matar a Sita, fue la propia Mandodari quien, deteniéndole físicamente la mano, lo impidió. Rama por su parte liberó a su esposa y Ravana murió en la batalla.

Mandodari, viuda y retomando una vez más la interminable rueda de las dificultades de su vida, perdió también a hijos, parientes y amigos.

(Estos hechos están contados con pelos y señales en el Yuddha Kanda – Libro de la Guerra - del Ramayana.)


 DESPUÉS DE RAVANA

Pese a que la versión del Ramayana aceptada como oficial no dice nada sobre el tema, numerosas ediciones alternativas afirman que Mandodari se volvió a casar.

 Fue quizás una decisión personal de la propia Mandodari o bien algún tipo de razón de estado para preservar la estabilidad del reino de Lanka donde había reinado su difunto marido, manteniéndolo en la órbita de poder de Rama, el vencedor en la guerra, o quizás para preservar la influencia de la reina viuda en los asuntos públicos del reino.

 Sea como fuere, Mandodari continuó fiel a sus compromisos, hasta que su rastro se disuelve en los senderos de la literatura y en nuestro conocimiento...

  

(UNA DE LAS CINCO

Mandodari, con Ahalya, Sita y Tara, pertenecen al Ramayana, mientras que Draupadi aparece en el Mahabharata. Entre las cinco, Mandodari es repetidamente equiparada al agua: "turbulenta en la superficie y profunda en su búsqueda espiritual", afirman algunas sentencias.

La heroína que observamos – sencilla y modesta, impulsada por la luz del conocimiento que da sentido al comportamiento ético en una época rodeada de impulso, pasión y deseo – parece el instrumento que despierta la mente y aconseja la razón cuando la irracionalidad se convierte en el centro de todo. Que no sea oída no cambia su camino. Para ella, los deberes – o, si se quiere, la parte de dhármica de los destinos humanos – van y están hacia adentro, mientras que el papel de la esposa obediente es el yo externo.)