martes, 23 de julio de 2019

UPANISHADS, HIMALAYA DEL ALMA

Cuando el eminente sanscritista Juan Mascaró - en el prólogo a su traducción de una selección de algunos fragmentos - define los Upanishads como el Himalaya del Alma, hace de ellos una descripción sorprendentemente precisa: estos brillantes textos sánscritos presiden, majestuosos, la esencia conceptual del Hinduismo y de buena parte del Budismo y del Jainismo, es decir de los fundamentos de la sociedad de la India (y, por lo tanto, a pesar de las enormes distancias, de la nuestra).

A partir del siglo VIII aC., en unos momentos de verdadera crisis de civilización, los Upanishads sentaron las bases para superar las antiquísimas doctrinas védicas y, con sus haces de nuevos puntos de vista, abrieron los caminos para nuevas ideas y para una nueva sociedad.

Empezados a transcribir hacia los siglos VII o VI aC. y dados por completados aproximadamente en el siglo III aC., los más de 200 Upanishads conocidos reexaminan y ponen en cuestión todas las creencias en el ámbito del pensamiento colectivo y, sobre todo, su punto central: la relación entre el Absoluto (Brahman) y el Yo (Atman).  

BRAHMAN/ATMAN

Durante mil años, los pensadores indios, partiendo de los Vedas, examinaron a fondo los aspectos más relevantes de la sociedad y, por lo tanto, su campo de estudio abarca, uno tras otro, todos sus conceptos básicos.    

Siempre se mantuvieron a la sombra de las ideas seminales de su filosofía: evaluar la distancia - o la identidad - entre lo más grande (el Firmamento, la Naturaleza, el Fuego...) y lo más pequeño (la Mujer y el Hombre, la Vida y la Muerte, el Dar y el Recibir...).

Quizás algunos ejemplos nos acercarán mejor a este entramado de ideas: 

Este es el veradero Brahman. Se denomina Prana, es decir Energia Vital, y es el único Dios. Todas las demás divinidades son sus manifestaciones. Quien llega a ser uno con Prana alcanza a los dioses. Aitareya Upanishad.

Quien conoce la excelencia se convierte en excelente. Quien conoce la estabilidad se convierte en estable. Quien conoce la victoria se convierte en victorioso. Quien conoce su hogar se convierte en el hogar de los demás. Chandogya Upanishad.

En quien Brahman despierta, lo conoce y encuentra la inmortalidad. Lo que es le da la fuerza. Lo que sabe le da la inmortalidad. Kena Upanishad. 

El Uno Mismo (Atman), más pequeño que el más pequeño, mayor que el más mayor, está escondido en el corazón de cada criatura. Libre de avaricia, libre de dolor, lleno de paz y de alegría, ve la suprema gloria de Atman. Katha Upanishad.

Nunca faltéis a la Verdad. Nunca os desviéis de vuestro Deber. Nunca os olvidéis de vuestro bienestar. Nunca olvidéis vuestra salud. Nunca olvidéis vuestra prosperidad. Nunca olvidéis el estudio de vosotros mismos ni la lectura de los Vedas. Taittiriya Upanishad.

¿Es el Tiempo, o la Naturaleza, o la Necesidad, o el Azar, o la Materia, o el Espíritu la Causa Primera? ¿Puede la unión de estas posibilidades ser tenida como Causa Primera? No. En ningún caso. Porque el Uno Mismo existe. (¡Pero ni siquiera el Uno Mismo es lo suficientemente potente para crear la alegría y la pena!) Shvetashvatara Upanishad.

Sólo la mente es la reencarnación y el hombre ha de luchar para purificar sus pensamientos. Lo que alguien piensa, esto acontece. Este es un misterio eterno. Maitrayaniya Upanishad.

Cuando un hombre que comprende el Uno Mismo se ha convertido en todo lo que sabe ¿qué pena, qué ansia puede mostrar esta unidad? Isha Upanishad.

NUEVAS PERSPECTIVAS 

Desde las primeras traducciones al persa en el siglo XVI, los Upanishads no han dejado de ser leídos y actualmente se pueden encontrar versiones en la mayoría de las lenguas del planeta.

Así, a las primeras ediciones persas, siguieron, un par de siglos después, las escritas en latín y en francés e inmediatamente las inglesas y las alemanas, la mayoría de ellas con intenciones y comentarios eruditos. 

Se atribuyen tradicionalmente al filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860) los elogios más fundamentados, ya que incorpora comentarios sobre los contenidos upanishádicos a su obra fundamental "El mundo como voluntad y representación", además de definir los Upanishads como "la más alta producción de la sabiduría humana". Pero han sido siempre muy respetados por todo tipo de autores, des de los americanos Emerson y Thoreau al poeta T. S. Elliot.

Siempre se destacan los estallidos de conciencia que muestran y demuestran y también su proximidad a conceptos fundamentales de Pitágoras y Platón.

En cualquier caso, se trata de lecturas esenciales para quienes buscamos textos que analicen la realidad con la máxima profundidad y el máximo detalle. 

Leer los Upanishads es avanzar. Adentro. Y afuera,