miércoles, 10 de diciembre de 2014

SAPTARISHIS. EL PERMANENTE ANHELO DE SABIDURÍA

Cada vez que miramos la Osa Mayor, además de tener el placer de contemplar las siete grandes estrellas de esta constelación tan conocida, estamos viendo una gigantesca alegoría de los legendarios Siete Sabios de la tradición sánscrita (1).

Los Saptarishis (sapta: siete; rishi: sabio), representados para siempre en el firmamento, son los siete sabios primordiales, de existencia aceptada de manera incuestionable por sus creyentes y con una presencia implícita y más o menos dispersa en la literatura védica y sánscrita, ya desde el temprano Rig Veda.  

Venerados como grandes patriarcas y conocedores de las Escrituras, compositores de numerosos libros e himnos védicos, descubridores de mantras, formuladores del Ayurveda i fundadores de los primeros linajes, los nombres de los Saptarishis se repiten a lo largo de los milenios, como un eco interminable: Gotama, Bharadvaja, Vishvamitra, Jamadagni, Vashista, Kashyapa, Atri...

En realidad, estos nombres son únicamente los del actual y decimocuarto grupo de Saptarishis, ya que, según la desmesurada y abisal perspectiva temporal de la cultura védica, a cada Manvantara, o período de 4.320.000 años en el que reina y legisla uno de los sucesivos Manus - o metafóricos progenitores de las sucesivas Humanidades -, corresponde un grupo de siete rishis específicos.

Sea como sea, se considera que todos y cada uno de los Sabios ha nacido directamente de la mente de Brahma, fruto de su pura voluntad, sin ninguna intervención ajena, y comparte con la gran divinidad que expresa la Creación, su inteligencia creativa.

En el Rig Veda, las tangenciales menciones de los Siete Sabios nos los muestran benévolos, clarividentes y poderosos:

Los sabios abrieron un camino para las vacas que estaban dentro de la cueva; los siete sacerdotes, con la fuerza de sus pensamientos, las obligaron a avanzar... (RV 3.31.5).

Los dioses y los siete sabios, que se establecieron en el ascetismo durante los tempos antiguos, hablaron de la mujer del bramán... (RV 10.109.4).

Y en el Bhagavad Gita, cuando Krishna describe y se identifica con el Universo, proclama su personificación en Bhrigu, un de los Saptarishis más antiguos:

De los grandes sabios, yo soy Bhrigu... (BG 10.12) (2).

Pero rastros literarios a parte, es en el cielo donde quizás se pueda buscar - e incluso encontrar - cada noche, brillando, reflejado en la precisa mecánica de los astros, el anhelo por la sabiduría más serena.



(1) La creencia en los Siete Sabios es compartida en la India por hindús, sijs y jainistas, pero aparece también entre los griegos y los romanos, así como, en ámbitos no indoeuropeos, como el hebreo o el chino e incluso, inesperadamente y ahora mismo, en el popular videojuego Pokemon.

(2) En el décimo libro del Bhagavad Gita, que incluye las palabras citadas, Krishna se describe él mismo como la causa última de todas las realidades materiales y espirituales.

El texto completo de la vigésimoquinta estrofa es el siguiente:

De los grandes sabios, yo soy Bhrigu;
de las vibraciones, yo soy el Om trascendente;
de los sacrificios, yo soy el canto de los nombres sagrados;
de las realidades inamovibles, yo soy el Himalaya.         


sábado, 15 de noviembre de 2014

PURANAS: LO QUE SABEMOS DEL MUNDO

No puede haber creación sin relación entre los opuestos. No puede existir creación impulsada sólo por Shiva o únicamente por la Naturaleza. La unión del perceptor con lo percibido, de quien disfruta y del objeto del disfrute, de un principio activo con otro pasivo es esencial para que la creación tenga lugar.  

Esta cita proviene del Shiva Purana, uno de los libros más antiguos de la cultura védica y, por lo tanto, de la Humanidad, concretamente del que está dedicado al dios del mismo nombre, símbolo divinizado del principio regenerador del Universo.

Los puranas - purana significa antiguo en védico (y en sánscrito) - son textos de carácter religioso, dedicados a las divinidades que supuestamente los han promulgado. Contienen relatos mitológicos, descripciones de cultos y de peregrinaciones y todo tipo de creencias con un trasfondo histórico, de imposible comprobación, y también cosmogonías, metafísica, filosofía, ciencia, música, medicina o gramática, entre muchos otros temas.

Son considerados el quinto veda, ya que completan y complementan la información subyacente o sobreentendida en el Rig Veda - el primer texto conservado en cualquier lengua indoeuropea - y en los otros tres que, de hecho, lo glosan y lo amplían. Los puranas pertenecen a la tradición "smriti", es decir, recordada tal como fue transmitida por los sabios, y no "shruti", o revelada directamente por los dioses.



La composición de los puranas es atribuida a Vyasa, el mismo autor legendario del Mahabharata, y su fijación escrita, hecha sin duda para asegurar su conservación plenamente fiel al original, más allá de su transmisión oral, se inició en el s. IV aC y se prolongó durante diez siglos.

Escritos en rimas de un sánscrito sencillo y directo, son fácilmente memorizables y comprendidos. Su difusión ha ido fundamentalmente a cargo de bramanes ambulantes que los declaman por templos y monasterios, con la intención de estimular la devoción hacia ellos.

Así pues, los puranas son un nexo claro entre las raíces culturales de la India - como la mayoría de sus lenguas, de profunda filiación indoeuropea - y las sucesivas generaciones, ahora ya afortunadamente globales.

Como muestra la siguiente minúscula selección, ofrecen una visión de la realidad, a la vez diversa y permanente.

Del Vishnu Purana (1):

- Vishnu es la mayor y más inmediata energía de Brahma, el Creador. Él es Brahma encarnado, totalmente formado por Brahma. En él está tejido y entretejido todo este Universo. Él es el mundo y el mundo está en él. Vishnu, el Señor que consiste en lo que es mortal y en lo que es inmortal, lo sostiene todo, tanto el Espíritu como la materia, tanto en sus aspectos positivos, como en los negativos.

- Quien habla con sabiduría, moderación y compasión accede a las fuentes de la felicidad perpetua.

- La defensa de la tierra es llevada a cabo por la autoridad de quienes han controlado sus pasiones y se mantienen libres del deseo, de la codicia y de la ira.

Del Garuda Purana (2):

- Nadie debe tener una inclinación excesiva por nadie. Si el propio cuerpo es sólo un sueño, ¿qué es el de los demás?

- Los buenos alimentos tomados por la mañana ya han sido destruidos por la noche. ¿Cómo puede haber permanencia en un cuerpo sostendi por estos alimentos?

Más allá del exotismo de un mundo antiguo y lejano y de la fascinación que puede despertar, los puranas son una verdadera enciclopedia de todo lo que hemos sabido en un momento y en un lugar dados, pero que denota, sobre todo, lo que permanece inalterable.

Son, a fin de cuentas, lo que sabemos del mundo.


(1) Vishnu es la gran divinidad protectora y su purana explica, básicamente, sus diez reencarnaciones.

(2) El Garuda Purana expone el sentido de la vida y de la muerte. Es un diálogo entre Vishnu y Garuda, el rey de los pájaros.

miércoles, 15 de octubre de 2014

PANCHAKANYA. VÍRGENES SAGRADAS, MUJERES LIBRES

La tradición popular india mantiene viva la devoción a un grupo de cinco mujeres legendarias, protagonistas de varios episodios de la narrativa épica del subcontinente. 

Tres de ellas - Ahalya, Tara y Mandodari - llegan a nosotros partiendo de los versos del Ramayana. Las otras dos - Kunti y Draupadi - provienen de las páginas del Mahabharata.

Las Panchakanya - pancha: cinco, kanya: virgen -, como son conocidas, siguen siendo hoy veneradas como mujeres ejemplares, más allá de maridos, hijos, padres, poliandrias o adulterios, además de los trágicos acontecimientos de los que son protagonistas.

Estos iconos de la perenne identidad femenina sobrepasan el papel de hijas, esposas o madres de personajes masculinos relevantes y despliegan sus propios destinos individuales, admirables por parte de todos, en todas las épocas.  


Ramayana. Impulso centrípeto

Ahalya, por ejemplo, joven esposa de Gautama - uno de los ancianos Siete Sabios de la tradición hindú - es seducida por Indra, personificación del soberano de la jerarquía celestial. Maldita por adúltera y condenada a ser invisible . o, tal vez, a convertirse en guijarro - recupera toda su dignidad debido a su devoción a Rama, una de las encarnaciones de Vishnu, el principio benefactor divinizado.

Las otras dos kanya del Ramayana tienen intervenciones destacadas en los hechos que las rodean.

Tara, la esposa del rey Vali - ambos cónyuges simios humanizados - supuestamente viuda, es forzada a casarse con su cuñado, precipitadamente nombrado nuevo monarca. Cuando Vali regresa, sólo la inteligencia y bondad de Tara evitan, en parte al menos, un venganza bélica literalmente fratricida.



Por su parte, Mandodari, la esposa del demoníaco rey Ravana, el raptor de Sita que desencadena con su delito la guerra emprendida por su legítimo marido. A pesar de no conseguir la liberación de Sita, el amor incondicional de Mandodari por su esposo permanece como ejemplo de afecto conyugal.


Mahabharata. Más arriba, más lejos

A su vez, Kunti y su nuera Draupadi comparten parentesco, escenario literario en el Mahabharata y poliandria, además de destierros y las consecuencias de una guerra de exterminio.

Kunti tiene cuatro hijos naturales, pero permanece inmaculada después de cada fecundación. El primero - ilegítimo - con el dios Surya, es decir el símbolo del Sol, y los otros tres, mientras está formalmente casada con el rey Pandu - condenado a no tener descendencia biológica -, con otros tantos divinizaciones: Dharma (el Deber), Vayu (el Viento) e Indra. Adopta también a los dos gemelos de la segunda mujer del marido, que consta así como padre formal de cinco hijos, conocidos como Pandava.

Draupadi, finalmente, se casa simultáneamente con los cinco hermanos acabados de mencionar y, el igual que su suegra, recupera la virginidad después de estar con cada uno de ellos. Su íntima fidelidad a cada uno de sus maridos y, sobre todo, a ella misma la convierten en objeto de todo tipo de humillaciones y agresiones que no consiguen doblegar su majestuosa dignidad.

En cualquier caso, ambas son, por su sabiduría y autoridad, las verdaderas - aunque secretas - cabezas de familia de sus respectivos hogares y resultan decisivas en las vidas de los hombres que las rodean.


Dignidad imperturbable

Pero por encima de todas estas intrincadas trayectorias personales, las kanya comparten claros rasgos comunes que son, en definitiva, lo que las convierte en arquetipos.

Ninguna de ellas tiene, por motivos diversos, un modelo materno que les muestre el pretendido rol social de las mujeres y todas sufren pérdidas familiares graves (hijos, maridos, padres...) y el maltrato, a menudo físico, de una sociedas ferozmente discriminatoria. Sin embargo, cuestionan el concepto tradicional de matrimonio y maternidad, que confina a la mujer a funciones puramente biológicas, van más allá y se convieten en ejemplos éticos colectivos.

Permanecen vírgenes, puesto que su pureza se asienta en el hecho de no romper ningún código humano, excepto las injustas ortodoxias de las sociedades patriarcales. Esta es la razón por la que nunca pierden su verdadera integridad.

Distinguen lo correcto del error. Persisten en sus convicciones a pesar de todos los obstáculos. Muestran siempre una profunda sabiduría, un conocimiento superior del sentido real de la vida. Demuestran una imperturbable fortaleza espiritual.

Es, sin duda, por este motivo que su testimonio - y su mantra - continúan tan presentes:

El recuerdo de las cinco vírgenes sagradas
- Ahalya, Draupadi, Kunti, Tara y Mandodari -
vence incluso a las mayores dificultades.   



     



sábado, 13 de septiembre de 2014

ESTAMENTOS, COLORES, FUNCIONES... OTRO LEGADO QUE TAMBIÉN PERDURA

Ya desde el principio, los pueblos indoeuropeos consideramos que la sociedad está compuesta por diversos estamentos, cada uno de los cuales tiene una función específica, distinta de la de los demás.

El propio Rigveda - la colección de himnos de los indo-arios, recopilada alrededor de 1700 aC, pero que incluye referencias a fenómenos astronómicos ocurridos hacia 4000 aC - recoge este punto de vista.

El poema Purushasukta (Himno de Purusha), que narra la creación del universo por el mítico Hombre Cósmico, proclama:

Su boca se convirtió en el Brahmán,
sus brazos fueron el Guerrero,
sus muslos formaron el Pueblo,
de sus pies nacieron los Siervos.
(RV 10.90.12)

Esta división de la sociedad según las funciones - llamadas varna (color en sánscrito) - desarrolladas por los humanos fue codificada no mucho más tarde por el legendario sabio Manu que, a través de sus Leyes, asignó unas tareas determinadas a cada tipo de persona.

El brahmán, es decir, el sacerdote, estudia y enseña las Escrituras, celebra sacrificios y hace y recibe ofrendas; el kshatriya, o guerrero, tiene el deber de proteger a los demás; el vaishya, agricultor o comerciante, debe cuidar el ganado, cultivar la tierra o hacer negocios; por último, el shudra, o criado, tiene como función servir a los tres anteriores.

La doctrina según la cual cada uno nace en uno u otro estamento - y tiene, por tanto, unas obligaciones y no otras - depende de su karma o, dicho de otro modo y simplificando mucho, de las acciones buenas o malas llevadas a cabo durante la existencia, que modelan su consciencia y condicionan sus vidas futuras. 

El Bhagavad Gita - uno de los textos más populares del hinduismo y muy leído en todo el mundo, que insta al cumplimiento del propio deber - deja claro qué determina el dharma - o conjunto de cometidos - de cada uno:

Los deberes de los brahmanes,
los kshatriyas, los vaishyias y los shudras
están distribuidos según las cualidades
que surgen de su propia naturaleza.
(BG 18.41)

Las tres estrofas que siguen a la anterior detallas cuáles son las virtudes correspondientes a cada varna:

Serenidad, autodominio, austeridad, pureza,
tolerancia, honestidad, conocimiento, sabiduría y fe.
Estos son los deberes innatos 
con los que cumplen los brahmanes.

Heroismo, poder, determinación, destreza en la batalla,
valentía, generosidad y autoridad.
Estos son los deberes innatos
con los que cumplen los kshatriyas.

La agricultura, la ganadería y el comercio
son los deberes innatos de los vaishya,
mientras que el servicio
es el de los shudra.

La estructuración de la sociedad en estamentos es una idea ampliamente compartida. El antropólogo francés Georges Dumézil localizó estos mismos conceptos en, entre otros, los antiguos pueblos iranios, las ideas platónicas sobre la república y en la mitología romana.

Pero no hay porqué ir tan lejos.    

La caída del Imperio Romano de Occidente y la subsiguiente eclosión de la sociedad feudal propició la aparición de formas de organización social y política más adaptadas al nuevo estadio histórico y emergieron - ¿o reaparecieron? - colectivos con funcione similares a las desarrolladas anteriormente en distintos lugares del espacio indoeuropeo.

Estas instituciones, o sus equivalentes, permanecen plenamente vigentes ahora mismo: subsisten algunas monarquías, jerarquías religiosas siguen teniendo presencia institucional, peso social y, a menudo, influencia política y cúpulas militares siguen formando parte de las estructuras de muchos estados.

El legado indoeuropeo va más allá de los ámbitos lingüístico y literario. Se trata de un conjunto de valores que ha moldeado nuestra sociedad a lo largo de la historia y que sigue conformándola.  
    
(E incluso, muy probablemente, nuestras propias creencias y comportamientos individuales.)


 



domingo, 20 de julio de 2014

POSTALES DE RAMA

Leer un buen libro es hacer - literal y literariamente - un gran viaje o, incluso, si así se desea, un Gran Viaje.

Esta afirmación, conocida y reiterativa, es, sin embargo, en el caso del Ramayana - uno de los dos grandes poemas épicos de la literatura sánscrita y objeto de este texto - sorprendentemente exacta: "Rama" es el nombre del protagonista y "ayana", en sánscrito y en este contexto, significa viaje. Ramayana equivale pues a "El viaje de Rama". 

La obra describe, básicamente, la historia de Rama - una de las diez encarnaciones del dios Vishnu - y de Sita, su esposa que resulta raptada por Ravana, rey de Lanka. De hecho, el argumento sirve para describir toda la gama de situaciones de la vida de una persona e ilumina sus deberes en distintos cometidos: padre o madre, hijo o hija, esposo o esposa, hermano o hermana, etc.


Desde hace mucho más de tres mil años, los afortunados que escuchamos o leemos este absorbente caudal de historias nos vemos a menudo deslumbrados por versos o incluso estrofas especialmente resplandecientes que se convierten así en mensajes singulares, aparentemente dirigidos a cada uno. 

Estas imaginarias postales, enviadas por alguno de los numerosos protagonistas del Ramayana desde los lugares, en los momentos y con los motivos más dispares, podrían contener textos como los siguientes, extraídos de las páginas del propio libro:

- Los pájaros están hechos para volar, los ríos para fluir y cada uno para cumplir con su deber.

- La vida y la muerte, la alegría y el dolor, la ganancia y la pérdida... Estas dualidades no pueden evitarse... Aprendamos a aceptar aquello que no podemos cambiar.

- Los hombres saludamos la salida del sol con alegría, a causa del retorno de la luz, pero no nos damos cuenta de que cada instante de cada día determina el resto de nuestra vida.

- Sólo los débiles dejan las cosas en manos del destino. Los que confían en sí mismos nunca se fían de la suerte.

- El sabio prevé los infortunios y toma medidas para evitarlos y, si es necesario, para superarlos.

- El tronar de las nubes que ha derramado toda su agua no causa ni una sola gota de lluvia. Los valientes de verdad no hablan en vano; muestran su valor por medio de la acción.

El gran tema del Ramayana es de los valores humanos y, como acabamos de ver, los conceptos que propone siguen plenamente vigentes. Sus páginas muestran la condición humana en toda su diversidad, extensión y profundidad; nos muestra a nosotros mismos.

Los lectores nos convertimos así en viajeros por un universo interminable, en privilegiados receptores de una sabiduría permanente.




 

   

sábado, 14 de junio de 2014

PANCHATANTRA. LOS LOROS, LAS GRULLAS Y EL RESTO DE LA FAMILIA

Los loros, como siempre hablan, 
atraen al cazador. 
Las grullas, que no abren el pico,
viven en libertad.

Estos cuatro versos pertenecen al Panchatantra, una divertida recopilación de fábulas, la gran mayoría protagonizadas por animales con comportamientos humanos, atribuida a Vishnu Sharma y escrita en sásnscrito hacia el s. III aC, pero que bien podría haber sido compuesta en época muy anterior.  

Presentado como un manual para instruir a tres príncipes especialmente cortos de mollera, el libro explica en cinco capítulos (de ahí su nombre: pancha, cinco; tantra: en este contexto, libro) y más de doscientas historias como conseguir salir airoso de las situaciones más diversas.

Se trata de una obra muy popular en la India, donde se ha utilizado ininterrumpidamente para educar e instruir, pero también, incluso, en la actualidad, para establecer modelos de gestión empresarial.

Más o menos coetáneo con las fábulas de Esopo, el Panchatantra ha tenido una larga trayectoria, con una primera traducción al persa en el s. IV, con el nombre de Kalila wa Dimna, de la que derivan versiones en árabe que, a su vez, dieron origen a versiones en la mayoría de las lenguas europeas.

Existe también una versión refundida en la propia India en el s. XII con el nombre de Hitopadesha y multitud de resúmenes, selecciones e imitaciones.Ramón Llull recogió su espíritu en su famoso Libro de las Bestias.

Este fecundo proceso queda bien reflejado en otra de sus estrofas:

Quien tiene la mente estrecha
piensa: "ésto es mio, ésto es suyo",
pero, para una persona de gran corazón,
todos son como de la familia.
  



 

jueves, 8 de mayo de 2014

LOS 108 NOMBRES DEL SOL

Cuando, preocupado por alimentar a los numerosos súbditos que le acompañaban al exilio, Yudhisthira pidió consejo al sabio Dhaumya, éste, habiendo meditado largamente, le explicó como el Sol aspiraba el agua de la tierra y la convería en vapor que luego transformaba en nubes y, posteriormente, en lluvia. La lluvia, a su vez, fecundaba a los vegetales con los que se alimentan todos los seres vivos (1).



Concluyó su respuesta afirmando:

Así pues, en última instancia, el alimento que sostiene la vida es el propio Sol. Él es el padre de todos los seres. Es en él en quien tienes que guarecerte.

A continuación, Vaishampayana, el narrador del Mahabharata, se dirigió al lector y le dijo:

Oh, alma devota, escucha los 108 nombres del Sol (2) tal y como fueron dichos por Dhaumya al ilustre Yudhisthira:

Surya, Aryaman, Bhaga, Twastri, Pusha, Arka, Savitri, Ravi, Gabhastimat, Aja, Kala, Mrityu, Dhatri, Prabhakara, Prithibi, Apa, Tja, Kha, Vayu, Parayana, Soma, Vrihaspati, Shukri, Budha, Angaraka, Indra, Vivaswat, Diptanshu, Suchi, Sauri, Sanaichara, Brahma, Vishnu, Rudra, Skanda, Vaisravana, Yama, Vaidyutagni, Jatharagni, Aindhna, Tejasampati, Dharmadhwaja, Vedkartri, Vedanga, Vedavahana, Krita, Treta, Dwapara, Kali, Kala, Kastha, Muhurtta, Kshapa, Yama, Ikshana, Samvatsara-kara, Aswattha, Kalachakra, Bibhavasu, Purusha, Saswata, Yogui, Vyaktavyakta, Sanatana, Kaladhyaksha, Prajadhyaksha, Viswakarma, Tamounda, Varuna, Sagara, Ansu, Jimuta, Jivana, Arihan, Bhutasraya, Bhutapati, Srastri, Samvartaka, Vanha, Sarvati, Alioplupa, Ananta, Kapila, Bhanu, Kamada, Sarvatomukha, Jaya, Visalia, Varada, Manas, Suparna, Bhutadi, Sighraga, Prandharana, Dhanwantari, Dhumaketu, Adideva, Aditisuta, Dwandasatman, Aravindaksha, Pitri, Matri, Pitamaha, Swargadara, Projadwara, Mokshadara, Prasanatma, Viswatma, Vishwatamukha, Characharatman, Sukshatma y el misericordioso Maitra (3).

El propio Dhaumya complementó esta lista explicando a su interlocutor los beneficios de todo tipo que supone invocar al Sol:

Quien recita con devoción este himno al levantarse el Sol obtiene consorte, descendencia, riqueza y el recuerdo de sus vida anterior. También consigue paciencia y memoria, queda protegido contra toda aflicción y obtiene todo lo que desea tal y como lo desea.



(1) Este episodio figura en el tercer capítulo del Araniaka Parva, que forma parte, a su vez, del tercer libro (Vana Parva) del Mahabharata.

(2) Además de aparecer en el Mahabharata, la cifra 108, está también presente en muchos otros contextos,desde la Odisea la budismo, así como los deportes, el manga, Stonehenge, la numerología hebrea, etc.

(3) Esta relación incluye 113 nombres en lugar de los 108 anunciados. Otras listas presentan otros totales (112, 115...) y algunos nombres de dioses distintos. Se trata, sin duda, de diferencias entre las diversas tradiciones en las que se venera el Sol
    

sábado, 12 de abril de 2014

BHAGAVAD GITA: EL LIBRO QUE LEÍA GANDHI

Los lectores de Gandhi nos encontramos a menudo con esta cita literal de sus  palabras:

Cuando las dudas me persiguen y las decepciones me miran fijamente, cuando no veo ni un ápice de esperanza, me dirijo al Bhagavad Gita y siempre encuentro algún verso que me consuela.

Entonces comienzo a sonreir en medio de la tristeza.

Luego, a medida que la lectura continúa, las frecuentes referencias al Gita confirman la predilección del Mahatma por esta breve obra maestra sobre el comportamiento ético que, felizmente, el sánscrito nos ha legado.

En su autobiografía, Gandhi explica cómo el poema se convirtió en su libro de cabecera. Para ilustrar como la obra le ayudó en numerosos momentos cruciales, reproduce diversas estrofas:

Los placeres de los sentidos
se diluyen cuando se les abandona,
pero el deseo continúa.
Ahora bien, incluso el deseo desaparece
para quien ha visto el Absoluto.
2.59

En quien piensa en los objetos de los sentidos
surge la atracción hacia ellos;
la atracción crea deseo
y del deseo nace la cólera.

La cólera lleva al error,
del error nace la incapacidad de razonar;
la incapacidad de razonar
conduce a la muerte.
2.62-63

Otros comentarios de Gandhi confirman que su relación con el Bhagavad Gita fue especialmente estrecha e insisten en que se trataba de su "diccionario de uso cotidiano", de su "infalible guía de conducta".

Los elogios del Mahatma se añaden a las alabanzas de Huxley, Oppenheimer, Thoreau, Hesse, Einstein...

El Gita - que incluye, además, fragmentos de gran belleza poética y una síntesis de las filosofías hinduistas - es una lectura verdaderamente recomendable, tal vez, incluso, imprescindible. 

lunes, 24 de marzo de 2014

BHAGAVAD GITA; AHORA MISMO, EXACTAMENTE AQUÍ

Para decirlo en contraste con la fórmula inicial de una famosa serie de películas de ciencia ficción (*) - y como sabemos sus lectores -, el Bhagavad Gita no es un libro situado ni en algún momento del pasado, ni en ninguna galaxia.



En realidad, desde las primeras palabras de la primera estrofa ("En el campo del deber..."), queda claro que la narración se desarrolla de manera permanente en el tiempo y está, por lo tanto, dotada de la sorprendente capacidad de activarse y convertirse en pertinente en cada una de sus lecturas:

En el campo del deber,
en el país de los Kuru,
qué hacen, beligerantes,
mis hijos y los Pandava,
pregunta Dhritarashtra a Sanjaya. 
(1.1) 

En el resto de esta breve pero intensa obra maestra de la literatura sánscrita, y más allá de simbologías efímeras, los valores que el dios Krishna transmite al desorientado héroe Arjuna - que duda si combatir o no contra parientes, maestros y amigos - tienen una validez universal y se revelan especialmente útiles cuando, en cualquier esfera de los quehaceres humanos, hay que elegir entre alternativas aparentemente equivalentes.

En muy somero resumen, para resolver las dudas, el Bhagavad Gita aconseja actuar de manera desinterasada, siendo siempre fiel a uno mismo y teniendo en cuenta que la acción siempre es preferible a la inacción:

Céntrate en la acción,
no en sus consecuencias.
No creas tampoco que eres la causa
de ningún resultado.
(2.47)

Cumple con tu deber.
Nada puede ser más bienvenido 
que un acción acorde con la propia naturaleza.
Vacilar ante este dilema es inútil.
(2.31)

Ni por un momento puede un hombre
estar sin actividad.
Todos somos conducidos a la acción
por las fuerzas de la naturaleza.
(3.5)

El propio Bhagavad Gita destaca la utilidad permanente de los valores que preconiza, sobre todo en momentos de crisis:

Cuando la virtud duda
y la incertidumbre reina,
mi espíritu
aparece sobre la Tierra.
(4.7)

Explorar las páginas del Bhagavad Gita es explorar un camino de serenidad y plenitud. Se trata de un camino posible... ahora mismo, exactamente aquí. 



(*) La guerra de las galaxias: "Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...".   


 


lunes, 3 de marzo de 2014

GÉNESIS VÉDICO: RV 10.190

Uno de los aspectos de mayor interés del Rigveda es la exposición de diversos puntos de vista sobre unos mismos temas.

Los casos extremos de esta característica son los 289 himnos dedicados a Indra  (el rey de los dioses y dios, a su vez, de las tempestades) cada uno de los cuales describe aspectos complementarios, o los 218 referidos a los poderosos y cambiantes reflejos del fuego, deificado en Agni.

Es lógico que sea así puesto que sus compiladores fueron, como mínimo, tantos como los miembros de las diez familias a las que se atribuyen tradicionalmente cada uno de los libros - o mandalas - en los que se ordena la recopilación.

Por otra parte, su composición, llevada a cabo según los cálculos más conservadores, alrededor de 2000 aC, se prolongó durante más de 500 años.

Afortunadamente, las matizaciones, las desigualdades e, incluso, las contradicciones son inevitables, frecuentes y, sobre todo, enriquecedoras.

Las respuestas al enigma planteado por la Creación participan de esta diversidad.

Además de menciones ocasionales a lo largo de los libros dos a nueve, los himnos centrados en el origen del Universo se encuentras en el décimo, considerado el más reciente - si es que una obra compuesta hace cuatro mil años puede considerarse reciente... - se afirma que por maduración del pensamiento védico durante los siglos anteriores. Se trata de algo más de media docena de composiciones que examinan el Inicio desde todas las perspectivas.

La profunda visión cosmogónica del sintético himno 10.190 puede ser un buen ejemplo de todos ellos:

El Orden y la Verdad
nacieron del calor convertido en llama.
De allí surgió la Noche,
de allí el rizado Océano.

Del rizado Océano
emergió el Año
que estableció los días y las noches
regentes de todo lo que parpadea.

Dhatar, el dios ordenador,
situó en su lugar al Sol y a la Luna,
al Cielo y a la Tierra
y al Reino del Espacio que hay entre ambos.


De esta respuesta - con tantos ecos bíblicos - brotan, fecundas, nuevas preguntas.



Quizás la más sorprendente sea si el "calor convertido en llama" del segundo verso prefigura - o no - una referencia (intuitiva...) al Big Bang.







miércoles, 5 de febrero de 2014

DE LOS VEDAS A BOLLYWOOD... LA PARADIGMÁTICA VIDA DE SHAKUNTALÁ

La imprescindible lectura de la literatura sánscrita obtiene su sustento en la vigencia de sus obras y, sobre todo, en la empatía que despiertan sus protagonistas. 

Shakuntalá es uno de estos personajes intemporales que, a partir de sus orígenes en la cultura védica, nos acompaña a lo largo de los siglos, modulándose a ella misma según donde y cuando sale a nuestro encuentro. La sorprendente acumulación de situaciones míticas que jalonan los sucesivos relatos de su vida aparece en las ficciones de todo el mundo.

La historia básica es simple, con rasgos fácilmente identificables, a pesar de las variantes con poca incidencia en el esquema central de la narración.

Shakuntalá es fruto de la seducción de un asceta por una diablesa. La recién nacida es abandonada a orillas de un río y alimentada por los pájaros - de aquí, obviamente, su nombre, ya que Shakuntalá significa 'protegida por los pájaros, 'shakunta' es pájaro en sánscrito -, hasta que un bramán la encuentra, la recoge y la adopta.

Cuando Shakuntalá crece, se convierte en una muchacha bellísima, lo que causa que un rey cazador se enamore de ella. Cuando la chica queda embarazada y el rey se va, éste le da un anillo como muestra de su amor y prueba de su paternidad.Cuando Shakuntalá va a la corte, pierde el anillo al cruzar otro río y, al llegar a su destino, el rey no la reconoce.

Más tarde, el anillo aparece en la barriga de un pez y cuando, finalmente, la joya llega al rey, éste lo recuerda todo, manda a buscar a Shakuntalá y reconoce a su hijo.

(Añadamos que este hijo se llama Bharata y que es el primero del legendario linaje creador de la India.)

Probablemente, la primera noticia sobre este historia se encuentra en el Padma Purana. Los Puranas ('purana' significa antiguo) son recopilaciones históricas, religiosas y legendarias de la tradición hindú, consideradas una actualización de los Vedas.

La popularidad de Shakuntalá proviene del Adi Parva (capítulos LXIX a LXXXIV), el primero de los dieciocho libros del Mahabharata y, sobre todo, de Kalidasa, literato del siglo V dC, autor de celebradísimas obras de poesía lírica y épica y de obras de teatro que, en un lenguaje que con él adquiere su máxima madurez, hace un retrato preciso de personajes y situaciones. Shakuntalá es considerada su obra maestra.

Es lógico pues que fuera ésta una de las primeras obras sánscritas traducidas a una lengua occidental, concretamente al inglés, por parte de William Jones, en 1789. La admiración que se inicia entonces despertó el entusiasmo de Goethe y, con él, de un gran número de escritores, lingüistas y filósofos.

Música para ballet y óperas han utilizado en los siglos XIX y XX a Shakuntalá como fuente de inspiración y, a partir de 1961, Bollywood a difundido repetidamente su historia en el Sudeste Asiático y en todo el mundo.

Es fácil deducir que la paradigmática vida de Shakuntalá seguirá cautivando, por razones sutiles, imperceptibles y utilizando medios insospechados - como, por ejemplo, tal vez, este blog -, los corazones de mujeres y hombres de todo el mundo.

Este hecho confirmaría, por cierto, una vez más, la afirmación del propio Mahabharata sobre sus contenidos (Adi Parva, capítulo LXII, estrofa 53) de la que propongo esta versión:

Todo lo que se encuentra en este libro también está en otros lugares... pero lo que no está, no se halla en ningún otro sitio.
 






lunes, 13 de enero de 2014

LÉXICO SÁNSCRITO: LAS PALABRAS QUE HAY DENTRO DE LAS PALABRAS

En el prólogo a su libro sobre las Leyes de Manu, la eminente sancritista Wendy Doniger, autora, entre otros excelentes trabajos, de una selección y traducción del Rig Veda, nos dice con ingenio y humor: 

"Se ha dicho que cada palabra sánscrita designa su sentido básico, pero también su contrario, una palabra para referirse a un tipo específico de elefante, el nombre de un dios y una postura sexual."

Se trata, evidentemente, de una caricatura, pero que, como todo exageración, denota un hecho real: la lengua sánscrita es particularmente proclive a las palabras con una extensa gama de significados, es decir, presenta una notable abundancia de términos polisémicos. 

En español, y en muchísimas otras lenguas, también se da este fenómemo. Un banco puede ser un tipo de asiento. un gran grupo de peces o una entidad, digamos, financiera; la palabra ratón se refiere o bien a un animal o bien a un dispositivo para mover el cursor en la pantalla del ordenador; una copa puede ser de árbol o un recipiente para beber. Etcétera.

Pero los estudiosos están de acuerdo en que en el sánscrito la frecuencia de este fenómeno es muy alta y la abundancia de significados notablemente mayor que en el restos de idiomas.

En la palabra compuesta "pranayama" hay que distinguir "prana" - que significa respiración y también aliento, aire, viento, vida, existencia, fuerza, vigor, vitalidad, esencia, ser, alma y principio vital - de "ayama" que tiene el sentido de control e igualmente de retención, restricción e incluso de expansión y ampliación. Según que acepciones se elijan la palabra puede significar un montón de conceptos distintos.

Hay muchos más ejemplos posibles.

La palabra "asana" designa las posturas que se adoptan cuando se practica yoga, y también parada, acampada, morada, asiento y algunos otros términos.

El término "sandhi" se refiere las más de las veces a la combinación eufónica entre una palabra de una frase y las contiguas pero también se utiliza con el sentido de juntura, articulación, límite, transición, asociación, punto de contacto, espacio entre el cielo y la tierra, unión del día y la noche, amanecer, crepúsculo, vagina, agujero, brecha, costura y pliegue, entre otras posibilidades.

De hecho, en general, la polisemia es el resultado de utilizar una misma palabra en situaciones muy diversas y con connotaciones distintas, es decir, por un cambio de aplicación del término (el ratón del ordenador recuerda al roedor) o por su uso metafórico (una copa de árbol tiene, a menudo, un forma similar al utensilio para beber).

Y tanto una posibilidad como la otra - además de alguna más, menos frecuente, se da en abundancia en la lengua sánscrita: miles y miles de obras escritas en este idioma, a lo largo de un sinfín de siglos, sin que la lengua haya experimentado cambios significativos, han propiciado este uso intensivo y extensivo del léxico.

El profesor Michael Coulson, conocido por un método de aprendizaje del sánscrito particularmente útil, entre otros trabajos destacables, nos comenta el hecho con estas palabras:

"Debido a la larga historia de la lengua y de las numerosas fuentes de las que extrae su vocabulario, muchas palabras sásncritas tienen muchos significados diferentes."

Sea como sea, los multiples estratos de significación de las palabras sánscritas evocan un tesoro conceptual variado y abundante.

¿Cómo no sentirse más y más interesado, progresivamente más y más rico, a medida que se va descubriendo la exuberante fertilidad de la lengua y de la literatura sánscritas?