lunes, 14 de septiembre de 2020

ALGUNOS PENSAMIENTOS EN EL BOSQUE

 

Como un hombre abrazado por su amada, que no percibe nada, ni dentro ni fuera de él mismo, tampoco quien es escogido por el Ser infinito se da cuenta de nada, ni externo ni interno.

Esta es su forma verdadera, aquella en la que se han cumplido todos los deseos que eran anhelos del Ser. En ella no hay ni afanes ni sufrimientos.

(Brihadaranyaka Upanishad, IV, 3, 21.)

 

El texto anterior es un brevísimo fragmento del Brihadaranyaka Upanishad - literalmente el Gran Upanishad del Bosque, abreviado con las siglas BrUp -, probablemente el primero de la larga serie de textos filosófico-doctrinales que destiló la cultura sánscrita entre los siglos VII aC y XV dC y que, como sabemos y disfrutamos, continúan enriqueciéndonos.

 El Brihadaranyaka es, de hecho, la recuperación de algunas secciones del Satapatha Brahmana (una recopilación de rituales religiosos que incluye numerosos mitos sobre la Creación y el Diluvio), una parte a su vez de uno de los cuatro grandes textos fundacionales del hinduismo, el Yajur Veda, centrado igualmente en ceremonias y sacrificios, pero también con importantes textos de carácter más global.  

Como delata su propio nombre, el Brihadaranyaka pertenece a la tradición de los textos "Aranyaka" - es decir "del bosque" - que, con afán rupturista, dejan claro con su denominación genérica que se trata de reflexiones hechas lejos de las corrientes clásicas de cada época.

El Brihadaranyaka es uno de los textos fundamentales de las creencias hinduistas ya que explora las teorías del Vedanta (usualmente traducido como "Culminación de los Vedas" o también, y probablemente mejor, "Cumbre de la Sabiduría") y trata muchos conceptos tempranos y teorías primordiales para este conjunto de convicciones.   


CADA PERSONA ES EL UNIVERSO (Y EL UNIVERSO CADA PERSONA)

Como la mayoría de textos sánscritos, el Brihadaranyaka Upanishad está ordenado en libros, capítulos y finalmente estrofas que son las encargadas de exponer los temas propuestos, ya se trate de una narración - como es el caso de Ramayana, por ejemplo - o bien un contenido doctrinal, como este upanishad o el Bhagavad Gita, que ya conocemos.

El Brihadaranyaka incluye himnos sobre todo tipo de aspectos de la existencia humana, como, por ejemplo, la ética o el conocimiento de la realidad.

Según tu deseo es tu voluntad, según tu voluntad son tus actos, según tus actos es tu destino.

Eres bueno si haces cosas buenas, malo si cometes maldades. Siempre obtienes lo que haces.

(BrUp, IV. 4. 5)

De la irrealidad, condúceme a la realidad; de la oscuridad, condúceme a la luz; de la muerte, condúceme a la inmortalidad.

(BrUp, I. 3. 28)

También presenta enseñanzas sobre la creación del Universo, la naturaleza de lo percibido, el alma humana y su relación con Atman (el Yo, entre muchas otras posibles traducciones), la relación con el resto de almas y también sobre las premisas de la liberación, la realización de sí mismo y, lógicamente, Braman (el Absoluto).

Y, además de multitud de otros temas doctrinales y ontológicos, incluye reflexiones en torno a las características e indivisibilidad de las almas, de hecho una sola, inmanente y trascendente, y su unidad con todo el universo a través de los seres orgánicos e inorgánicos. 

 

UNA PERMANENTE INVITACIÓN

En la historia de las religiones y de la cultura indias, los upanishads juegan un papel esencial. Sus propuestas desarrollan las ideas espirituales dominantes y provocan e indican el paso desde el ritualismo védico a nuevos parámetros doctrinales y nuevas instituciones.

Se conocen 108 upanishads de los que los más tempranos fueron memorizados durante siglos por sucesivas generaciones y transmitidos oralmente.

Los primeros son anteriores a nuestra Era y, del resto, 95 forman parte del canon compuesto desde los últimos siglos del primer milenio aC y hasta el siglo XV. Los nuevos upanishads fueron recogidos en épocas más recientes y tratan a menudo temas no directamente conectados com los vedas.

Este Universo es una trinidad y está hecho de nombre, forma y acción. Los tres son uno: el Espíritu de Vida. Todo es uno y también los tres. 

El Inmortal está oculto por lo real. El Espíritu de Vida es el Inmortal. El nombre y la forma son lo real y ambos ocultan el Espíritu.

(BrUp, I. 6. 1)

Cuando creemos en la dualidad entre el sí mismo y el no sí mismo, lo que se ve, huele, saborea, percibe, escucha, toca y conoce parece otro.

Pero cuando todo es el Sí Mismo no hay conciencia de nada más que el propio Sí Mismo.

(BrUp, IV. 5. 15)