jueves, 17 de noviembre de 2016

RV 10.146: PASEANDO POR EL BOSQUE CON LOS VEDAS, AHORA MISMO.



El bosque siempre nos está llamando. Allí buscamos riquezas y misterios. Y los encontramos.


Cada árbol, cada arbusto, cada matorral es el preámbulo de nuevas sorpresas y, a menudo, como luminosas chispas cruzando la noche, inesperados y fugaces movimientos delatan el paso de sigilosos animales o de veloces pájaros.



Y, en realidad, riquezas y misterios son lo que - según el himno 146 del décimo mandala del Rig Veda y nuestros propios paseos - hemos ido descubriendo:



Arayani, Aliento del Bosque

que pareces inmóvil,

¿porque no buscas morada?

¿no tienes miedo a nada?



Cuando el canto de los pájaros

acompaña al de los grillos,

paseas alegre,

como una Reina al son de los cascabeles.



Pero, en el atardecer,

parece que un rebaño pasta entre las sombras,

o que hay una casa al final del sendero,

y cada crujido intimida,



Se diría que alguien llama a su ganado,

o que corta leña con el hacha.

Quien se demora en el bosque

cree que cada sonido es un grito.



El Aliento del Bosque es benigno

(¡A menos que alguien se oculte!).

Allí se comen los frutos más dulces

y cada rincón es el mejor lecho.



Te alabo Selvática Madre.

¡Perfumada con ricos aromas,

regalas las cosechas

más sabrosas!



Este himno del Rig Veda - único dedicado al bosque y a su divinización entre los 1.028 que nos brinda - preludia el uso de estos parajes por los rishis védicos como lugares para sus búsquedas religiosas y espirituales.



Los resultados de estas especulaciones llevan el nombre de Aranyaka (literalmente, "hecho en el bosque") que, conjuntamente con los cuatro vedas y las meditaciones conocidas con el nombre de Upanishads, conforman los textos "shruti" o escuchados directamente de - o revelados por - las divinidades y empezados a recopilar hacia el 2000 aC.



Desde entonces los bosques (si convenimos en que la literatura, en el fondo, dice siempre la verdad) nunca han dejado de acoger curiosos soñadores de todas las condiciones. Los valores que los vedas identifican se nos revelan permanentes y universales.



Últimamente, por ejemplo, grupos y caminantes solitarios, llenos de expectativas de salud integral, peregrinamos por las numerosísimas arboledas de nuestras para tomar lo que eufemísticamente llamamos "baños de bosque".



¡Que Arayani - la diosa de todos los florestas, de todos los tiempos y de todas partes - nos guíe y nos acompañe en nuestros paseos!



(Y - ya que estamos en ello y si no es pedir demasiado- también en nuestras lecturas...)