miércoles, 4 de abril de 2018

PROXIMIDAD Y DISTANCIA. LEER EL RIGVEDA EN EL SIGLO XXI

Es sorprendente pero indudable: los lectores que frecuentamos el Rigveda quedamos - nunca mejor dicho - literalmente atrapados.

No importa cuál de los 1.028 himnos del Rigveda, ni cuál de sus 10 mandalas (o libros) leemos, y a pesar del abismo temporal de cuatro o cinco milenios que nos separa de su composición, constatamos una manifiesta consanguinidad intelectual y emocional con sus textos. Somo hermanos de sus autores.   

Las divinidades invocadas suelen ser la divinización de fenómenos naturales habituales o conocidos en cualquier zona del planeta, en cualquier momento. La actualidad incluida, naturalmente.

Los anhelos que se manifiestan a través de las peticiones que se les plantean son el fiel reflejo de nuestros propios afanes. Las podríamos hacer - y, tal vez, de hecho, las hacemos a divinidades diversas - nosotros mismos. 

Pero, al mismo tiempo, la atmósfera que los textos transmiten, la situaciones evocadas por los versos, nos llevan hasta lugares y momentos extrañamente cautivadores, de un exotismo primordial. Parece que siempre nos han rodeado.

Podemos acercarnos a estas potentes irradiaciones literarias mediante, por ejemplo, las siguientes estrofas:    


HIMNO A SAVITRI (RV I.35)

1. Primero invoco a Agni, el fuego benefactor,
después a la protección de Mitra y Varuna, omnipotentes,
y también la Noche, que lleva el reposo al mundo de los vivos.
Finalmente recurro a Savitri, el núcleo del Sol, para que me dé su fuerza.

10. Que venga el espíritu divino,
el buen guía, clemente y generoso.
Que el dios alabado en los atardeceres
expulse brujos y demonios.

11. Por tus antiguos senderos en el cielo,
sin polvo y benignos, Savitri,
ven hacia nosotros.
Protégenos y háblanos, oh dios!


MONÓLOGO DE LA PALABRA (RV X.125)

1. Acompaño a los Rudra y a los Vasu,
a los hijos de Aditi y a Todos los Dioses.
Llevo dentro de mí a Mitra y Varuna,
a Indra y a Agni y a ambos Ashvins. 

3. Soy reina y reúno fortunas,
soy sabia y la primera en merecer sacrificios.
Los dioses me han difundido por todas partes;
he llegado y me he establecido en muchos lugares.

4. Gracias a mi toma alimento quien se da cuenta de lo que ve,
quien respira, quien escucha lo que es dicho;
incluso los que me ignoran permanecen en mi.
¡Oye, tú que escuchas, te digo la verdad!

Tanto el resto de las estrofas de estos himnos como las composiciones del Rigveda son plenamente actuales. Tratan del bienestar personal y colectivo.
Nos encontramos ante verdaderos clásicos: nos enriquecen cada vez que las leemos; nos dicen, siempre, cosas nuevas.

Incluso ahora mismo, en las primeras décadas del Siglo XXI.