lunes, 18 de febrero de 2019

GRAMÁTICA SÁNSCRITA, CIENTÍFICAMENTE PERFECTA

Al compartir los artículos de este blog, hemos participado en la riqueza literaria del sánscrito y en la sabiduría humanística que, con independencia de creencias personales, el idioma transmite. Y también nos hemos dado cuenta de que buena parte de la claridad, flexibilidad y precisión de la lengua se deben a que cuenta con un léxico exhaustivo y una gramática que permite expresar los matices más sutiles y las afinidades más esclarecedoras.

UNA LENGUA MUY ANTIGUA


La gramática sánscrita describe una lengua muy muy antigua. Proviene del védico que, como el hitita, el griego arcaico y otras lenguas similares, nace a su vez del proto-indoeuropeo, el hipotético idioma que, sin ninguna base documental, utilizan los lingüistas para explicar la multitud de sus hablas derivadas, entre las que, como lejano sucesor, se encuentra, como sabemos, el castellano. 

El gramático sánscrito más antiguo conocido es Yaksa - siglo séptimo aC -, autor de una etimología que precisa, además del origen de cada palabra, su categoría - nombre, verbo, prefijo... - y su sentido. Pero el verdadero gigante los lingüistas sánscritos es Pánini - sexto o quinto siglo aC -, creador del Ashtadhyayi ("Ocho Capítulos"), una verdadera gramática que, en versos extremadamente sintéticos, expone la morfología, la sintaxis y la semántica de la lengua de manera clara e integral (1). 

La tradición lingüística sánscrita nos ha transmitido una gramática, científicamente perfecta y sin excepciones, que explica con precisión y a fondo cada uno de los hechos de la lengua. Ello quizás ayuda a explicar porqué el sánscrito se ha mantenido inalterable a lo largo de sus milenios de existencia.

DECLINAR Y NO DECLINAR

Una primera aproximación al sánscrito no sitúa ante dos grandes tipos de palabras: las que se modifican según su uso (género, número, uso...) y, por lo tanto, se declinan y las que se mantienen inalterables.

Entre las primeras destacan lógicamente los nombres, es decir los sustantivos y los adjetivos. Todas ellas tienen tres géneros (femenino, masculino o neutro, tres números (singular, dual y plural) y pueden hacer ocho funciones en las frases, cada una de las cuales dispone de la consiguiente gama de formas: nominativo, vocativo, acusativo, instrumental, dativo, ablativo, genitivo y locativo (2).

Pero esta abundancia de posibilidades para expresarse abarca también a las palabras indeclinables, como preposiciones, adverbios, conjunciones, interjecciones y partículas de las que disponemos, literalmente, de varios centenares.

VERBOS: LA AVENTURA CONTINÚA

La riqueza del sistema verbal sánscrito persiste en esta abundancia de recursos. Combina el tiempo, el aspecto, el modo, la voz, el número y la persona. Hay que tener en cuenta, además, que los participios gozan de un tratamiento similar al de los sustantivos y adjetivos ya que, como ellos, también se declinan.

Se generan así millones de formas verbales. La voz puede ser activa, media o pasiva y el tiempo, el modo y el aspecto presentan diez tipos más y la clase de verbo todavía diez más.

Los tiempos verbales - si es que esta expresión puede ser utilizada, ya que manifiestan más distinciones - se organizan en cuatro "sistemas": presente (presente, imperfecto, imperativo y optativo), perfecto, aoristo y futuro (futuro y condicional).

Por otra parte, en sánscrito, los verbos se forman a partir de raíces a las que se aplica la conjugación y se añade un sufijo. Las raíces originales se deviden en 10 clases, con un número variable de verbos cada una. Hay unas 2.000 raíces y se dispone de 22 prefijos que alteran, mejoran o distinguen sus significados.

¿ASCENDER? ¿NAVEGAR? ¡APRENDER!

Se compara a menudo el aprendizaje de la gramática sánscrita a ascender hasta un pico aparentemente inaccesible o cruzar el océano más profundo. La dificultad existe, pero siempre es posible conseguirlo. La satisfacción intelectual de aprender está al alcance de todos.  

Vale la pena invocar aquí, ahora, con una sonrisa en los labios, la colaboración de Saraswati, la diosa hindú de todo conocimiento:

Que Saraswati, la diosa del discurso,
nos permita alcanzar la máxima elocuencia;
ella que lleva una luna joven,
magnífica con su brillo exquisito
sobre un loto blanco
y, desde la cúspide carmesí de sus manos,
asegura el resplandor sobre los instrumentos de escritura
y los libros escritos gracias a sus favores.
(Sarada Tilaka)

 
 

(1) El elevadísimo nivel científico de Pànini y de sus colegas es evidente: su análisis morfológico resulta más avanzado que las teorías de estructuras lógicas propias de los modelos matemáticos occidentales del siglo XX.

(2) Tengamos en cuenta que el latín tiene siete declinaciones ya que no distingue la posibilidad del instrumental.