jueves, 31 de octubre de 2013

SÁNSCRITO: VOCALES EN TODAS DIRECCIONES

El interés y la belleza del sánscrito provienen tanto de su literatura como de la propia lengua. Aunque el poder del sánscrito se muestre en sus textos, su fuerza nace en sus palabras.

Cuando exploramos sus palabras, en el fondo del fondo lo que encontramos son los sonidos, es decir, en realidad, las vocales, porque, según los gramáticos sánscritos, sin vocales no hay sonidos. 

Por eso las vocales también se llaman "sonantes"; las consonantes las acompañan, esta es la causa de que se las denomine "con-sonantes".      

En qualquier caso, las vocales sánscritas son el eje de su riqueza: mientras en español tenemos cinco, en sánscrito disponemos de trece.

Contemos:

- las tres vocales básicas (A, I y U) pueden ser cortas o largas (ya tenemos seis),

- lo que la gramática sánscrita llama diptongos: E, O, el sonido AI y el sonido AU (ya van diez),

- y ahora hay que añadir la L y la R que, además de ser utilizadas como consonantes, también pueden formar síladas (como krshna, por ejemplo); por otra parte, la R vocálica puede ser corta y larga (en total, trece).

Probablemente cuantos más sonidos, más palabras y cuantas más palabras más posibilidades de expresar conceptos, matices, graduaciones, tonalidades, aromas...

Así, para gozar de la literatura sánscrita, sus afortunados lectores disponemos de un sinfín de caminos por los que recorrer tanto el tiempo como el espacio, para viajar en todas direcciones.
 


martes, 22 de octubre de 2013

OM. EL ALIENTO DEL UNIVERSO

Incluso las personas que ignoran las tradiciones de la India relacionan la palabra om con la meditación oriental.

Y, en efecto, Om es una sílaba propia del hinduismo, así como del jainismo y del budismo, que se pronuncia cuando se busca la paz interior. Su popularidad proviene, fundamentalmente, de una escasa información sobre las tradiciones espirituales indias y sobre el yoga.

Como saben los practicantes de esta última disciplina, para pronunciar om correctamente se comienza con una a, se continúa con una u y se concluye con una m. Un poco de atención complementaria permite tomar conciencia de que la palabra, empujada por el aliento, nace en la garganta, continúa por el velo del paladar y finaliza en los labios.

Según los textos sagrados, cada una de estos sonidos tiene un significado particular:

- La a simboliza el inicio del universo y el estado de vigilia que permite percibirlo.     

- La u remite a la conciencia interior del ser y de la realidad que lo acoge.

- La m expresa el estadio previo a la manifestación exterior de la realidad.

-  Por último, el sonido completo manifiesta la totalidad del cosmos, sin distinciones entre el ser y el no-ser.

En cualquier caso, más allá de creencias y doctrinas, pronunciar la sílaba om es una experiencia profunda y agradable, tranquila y poderosa que conecta, claramente, con la certeza de una plenitud total y con la globalidad universal.



miércoles, 16 de octubre de 2013

SÁNSCRITO: EL JARDÍN DE LAS PALABRAS COMPUESTAS

La expresividad y la belleza del sánscrito son el resultado de numerosos factores. Uno de los más decisivos es su facilidad para combinar dos o más palabras y crear así un nuevo vocablo, es decir, para crear palabras compuestas.

Se trata de un fenómeno universal. En español usamos muchas de ellas al cabo del día: portafolios, mediodía, anteayer, cumpleaños, paraguas, pisapapeles, sobremesa... pero en sánscrito son mucho más abundantes y dotan a los textos en los que aparecen de una intensidad muy marcada y de una exactitud extraordinaria y deslumbrante.

Aparecieron ya en los textos védicos, con una frecuencia y unas formas similares a las de la épica homérica, la lengua de la cual comparte, por cierto, un mismo origen (designado con una palabra también compuesta: indoeuropeo).

La mayoría de los nuevos términos incluyen dos palabras, por ejemplo: mitravaruna (la entidad divina dual, formada por los dioses Mitra y Varuna), matarapriti (la madre - matara - y el padre -priti -, es decir, los padres, pero conservando al mismo tiempo sus singularidades) o dyavaprithivi (el espacio que incluye el cielo - dyava - y la tierra - prithivi -). Los compuestos de tres miembros son escasos, pero existen: purvakamarakritvan (cumplimiento de un deseo anterior).

Su uso continuó durante el periodo épico: Mahabharata (los grandes Bharata), Ramayana (el viaje de Rama), Bhagavadgita (el canto del Señor) e incluso nombres propios como Yudhishthira (firme en la batallla). Pero son multitud: maharajá (gran rey), suryachandra (el Sol y la Luna), Himalaya (casa de la nieve), etc.

El máximo desarrollo de las palabras compuestas sánscritas se produjo en el periodo clásico, entre los siglos III a VIII dC, con nuevos vocablos cada vez más largas y significados más elaborados e inclusivos.

Así, parvabimbadhara significa "labio inferior como el bimba maduro", es decir "labios rojos como la fruta llamada bimba cuando está madura" o purvajanmakrita (hecho en una vida anterior) o mucho más largos, de cinco, nueve o incluso treinta y cinco palabras.      

La diosa Sarasvati - que vela por el conocimiento y la belleza en todas sus formas - siempre ha sido bienvenida (para decirlo mediante otra palabra compuestas) en el bellísimo jardín de la lengua sánscrita.



jueves, 10 de octubre de 2013

LOS PECULIARES MORADORES DEL PANTEÓN VÉDICO

Prácticamente la totalidad de los himnos del Rigveda (*) están dedicados a alguna de la treinta y tres divinidades que, debido a esta invocación, forman lo que se ha convenido en denominar el panteón védico. (En la recopilación aparecen otros dioses, pero son pocos y están citados en el interior de los textos, de manera incidental.)

En cualquier caso, en su conjunto, estos treinta y tres deidades explican a sus devotos porqué las cosas son como son: la Tierra (Prithvi) y el Cielo (Dyaus), el amanecer (Usha), la muerte (Yama), el Sol (Surya) y todo lo demás.

El resultado pretendido por estas descripciones - o, quizás, la intención de los poetas que compusieron los himnos - es que las divinidades que dan identidad a cada fenómeno se muestren favorables a quien las invocan.

Así, por ejemplo, el confiado creyente que se dirige a Soma (la bebida sagrada utilizada en los ritos religiosos), le ruega:

Oh, gota de Soma, trae riquezas,
como una vaca dócil lleva el yugo.
(8.48)

En todo caso, además del resto de elementos usados en las ceremonias - Agni (el fuego) y Vac (la palabra) - el panteón védico reúne la totalidad de lo perceptible en tres grupos de dioses: los Vasu incluyen a todos los dioses de la Tierra, los Rudra congregan a los que viven en el aire y los Aditi a los que viajan por los Cielos. Además, a veces, todas las divinidades son citadas conjuntamente con el nombre genérico de Visvadeva (visva: todos, deva: dioses):

Acompaño a los Rudra y a los Vasu,
a los hijos de Aditi y a Visvadeva.
(10.125)
 
Por otra parte, algunos de ellos son a menudo invocados por parejas, como  Indra y Agni (donantes de prosperidad), Mitra y Varuna (multiplicadores de los rebaños o los dos gemelos Asvin (grandes benefactores):

Llevo en mi a Mitra y Varuna,
a Indra y Agni y a ambos Asvin.
(10.125)    

De todos ellos, el preeminente, tanto por sus atributos como por la frecuencia con la que aparece en el Rigveda, es el ya citado Indra, victorioso cabecilla de los combatientes y dios de las tormentas y de la lluvia:

El dios que ya poseía el Conocimiento
en el momento de nacer,
el primero en proteger a los demás dioses
con el poder de su pensamiento
es Indra.
(2.12)



(*) El Rigveda es una colección de himnos sagrados, probablemente el texto más antiguo conservado escrito en una lengua indoeuropea, fechado hacia 1500 aC.


    


martes, 1 de octubre de 2013

YOGA MÁS ALLÁ DEL TIEMPO. ASANAS CON DIOSES Y SABIOS

Además de llevar nombres de elementos naturales o descriptivos de la forma del cuerpo cuando se practican las diversas asanas, muchos se refieren a personajes históricos, legendarios o mitológicos de la cultura de la India.

Así, a menudo, los nombres de las asanas remiten a dioses y a sabios, quien sabe si en homenaje a su memoria y a su ejemplo o también, quizás, con la expectativa de que sus virtudes se reflejen en quienes practican las posturas que les son dedicadas. 

Algunos de estos personajes son fácilmente identificables. Otros, en cambio, para algunos, no lo son tanto.

Entre los primeros, encontramos, por ejemplo, buddhasana, nombre vinculado, lógicamente, al creador del budismo, o hanumanasana, en homenaje al simiesco co-protagonista del Ramayana y prototipo de servidor esforzado y leal.

Otras asanas hacen referencia al propio yoga, como matsyendrasana, que recuerda al pez legendario a quien Shiva enseñó esta disciplina, encargándole, además, que la propagara por todo el mundo, o gherandasana, que lleva el nombre del autor de un famoso tratado sobre la materia.

Los múltiples nombres y diversos aspectos del propio Shiva merecen igualmente una atención especial: bhairavasana, durvasana, vamadevasana, natarajasana (*), etc.



La lista podría ser mucho más larga, pero la conclusión continuaría siendo la misma: todos estos nombres ayudan a conformar una atmósfera muy especial y establecen unos vínculos sutiles que transmiten un humanismo universal, inclusivo y acogedor.

El profundo enriquecimiento personal de quien conecta con ellos es obvio y generoso.



(*) "nata": danza; "raja": rey; "asana": postura.