jueves, 9 de septiembre de 2021

LAS CATORCE OPCIONES DE LAS PALABRAS SÁNSCRITAS

 

La belleza y el interés del sánscrito no radica - sólo - en su gigantesca literatura. La lengua en la que sus obras están escritas es también, por sí misma, un enorme universo de conceptos, conexiones y bosques frondosos que, por poco que nos descuidemos, hace prisioneros a quienes, incautamente, nos adentramos en ella.

Sus palabras fundamentales - nombres, adjetivos, pronombres y numerales - varían según su uso en el habla o la escritura, es decir, declinan - como el latín, por ejemplo - y, para hacerlo, desarrollan una estructura de normas sin la más mínima rendija ni excepción (*). 

 

TRES DE CATORCE OPCIONES

Los vocablos sánscritos adaptan sus formas según los tres géneros de la lengua (masculino. femenino y neutro), sus tres números (singular, plural y dual) y las ocho funciones - o casos - en las que se distinguen: nominativo, vocativo, acusativo, dativo, ablativo, genitivo, locativo (hasta aquí como en latín) e instrumental que, como su nombre nos dice, indica la herramienta que se utiliza o quien acompaña a quien hace la acción descrita.

Cada término sánscrito pues puede adoptar hasta catorce formas distintas y, cuando es utilizado, como es lógico, siempre se forma con tres: género, número y caso.

Así, decimos "pita" o "pitaram" si, por ejemplo, el padre (raíz "pitr") ama o es amado, pero "nadyau" o "nadisu" si dos ríos (raíz "nadi") bajan, por ejemplo, por el valle o se ven o se describen tres o más.

 

LAS TERMINACIONES

Hasta aquí la teoría. Ahora hay que aplicarla a cada uno de los 20.000 o según como se cuenten, hasta 2.000.000 de vocablos sánscritos.

Parece complejo, pero las normas que permiten hablar, escribir o leer sánscrito de una manera más o menos aceptable están al alcance de todos los que empleen en ello el tiempo necesario. 

Por sí misma, la operación es sencilla: basta añadir el sufijo adecuado a la raíz de la palabra que se emplea, teniendo en cuenta, eso sí, las terminaciones del término básico que, según la exhaustiva fonología de la lengua, establece criterios precisos para cada caso.

Así, por ejemplo, el nominativo de la palabra "kanta" (amado) es kantah, kantam o kanta según nos refiramos a un ser masculino, neutro o femenino, pero si meniconamos a una hermana (raíz "svasr") en dativo, por ejemplo, diremos "svasre", si el término está en singular, "svasrbhyam" si es dual o "svasrbhyah" si es plural.

Es más sencillo de lo que puede parecer. Las terminaciones de las raïces sánscritas que terminan en vocal son sólo cuatro, aunque distinguen entre la dicción larga o corta (en total ocho, pues). Las consonantes, que son simplemente seis, resultan relativamente fáciles puesto que los usos de las unas se asemejan mucho a las de las otras.


APRENDER SÁNSCRITO

Aprender sánscrito es una aventura que nunca termina, pero para tener una visión suficiente que permita entender la lengua podemos utilizar distintos sistemas: Universidad, estudiar en casa, en grupo o en solitario, con o sin profesor externo... 

La verdad es que todos ellos presentan ventajas, pero hay dos métodos caseros que funcionan bastante bien, al menos para empezar. Podemos llamarlos el de los niños y el de las personas sistemáticas.

Si somos metódicos, utilizaremos el más riguroso: aprendemos de memoria un texto breve - una estrofa del Bhagavad Gita, por ejemplo - y, con la ayuda de diccionarios, gramáticas y/o métodos de aprendizaje, comprendemos el sentido de cada palabra. Una vez memorizado habremos dado un paso determinante para llegar al cielo - y al celo - de los sanscritistas. Como es natural, habrá que repetir la operación tantas veces como nos sea necesrio.

Y habremos empezado.

El sistema de los niños es más sencillo. Espabilados como chispas, desde muy pequeños, eligen por su cuenta la palabra según ellos asociada a lo que creen más importante: madre, leche, pan, hermano/a, dormir... y la reproducen lo mejor que pueden y la repiten hasta que quienes los rodeamos descodificamos su significado... el proceso continúa hasta que la niña o el niño... habla!

Podemos hacer algo similar: tomamos una palabra sencilla y cercana a nosotros, en el trabajo, en momentos placenteros... y la repetimos incansablemente hasta que forma parte de nuestra memoria. Y luego otra, y otra, y otra...

Es cierto. En ambos casos hay que ser persistentes. Como en todos los métodos si queremos conseguir buenos resultados. 

En cualquier caso, aprender sánscrito - o irse acercando a ello - vale cualquier esfuerzo. El sánscrito es una de las lenguas más descriptivas - ¿y bonitas? - que conocemos, elijamos las opciones que elijamos.


(*) Comentaremos la conjugación de los verbos y de las palabras conocidas como indeclinables - preposiciones, adverbios, interjecciones y conjunciones - en un próximo artículo.