lunes, 24 de marzo de 2014

BHAGAVAD GITA; AHORA MISMO, EXACTAMENTE AQUÍ

Para decirlo en contraste con la fórmula inicial de una famosa serie de películas de ciencia ficción (*) - y como sabemos sus lectores -, el Bhagavad Gita no es un libro situado ni en algún momento del pasado, ni en ninguna galaxia.



En realidad, desde las primeras palabras de la primera estrofa ("En el campo del deber..."), queda claro que la narración se desarrolla de manera permanente en el tiempo y está, por lo tanto, dotada de la sorprendente capacidad de activarse y convertirse en pertinente en cada una de sus lecturas:

En el campo del deber,
en el país de los Kuru,
qué hacen, beligerantes,
mis hijos y los Pandava,
pregunta Dhritarashtra a Sanjaya. 
(1.1) 

En el resto de esta breve pero intensa obra maestra de la literatura sánscrita, y más allá de simbologías efímeras, los valores que el dios Krishna transmite al desorientado héroe Arjuna - que duda si combatir o no contra parientes, maestros y amigos - tienen una validez universal y se revelan especialmente útiles cuando, en cualquier esfera de los quehaceres humanos, hay que elegir entre alternativas aparentemente equivalentes.

En muy somero resumen, para resolver las dudas, el Bhagavad Gita aconseja actuar de manera desinterasada, siendo siempre fiel a uno mismo y teniendo en cuenta que la acción siempre es preferible a la inacción:

Céntrate en la acción,
no en sus consecuencias.
No creas tampoco que eres la causa
de ningún resultado.
(2.47)

Cumple con tu deber.
Nada puede ser más bienvenido 
que un acción acorde con la propia naturaleza.
Vacilar ante este dilema es inútil.
(2.31)

Ni por un momento puede un hombre
estar sin actividad.
Todos somos conducidos a la acción
por las fuerzas de la naturaleza.
(3.5)

El propio Bhagavad Gita destaca la utilidad permanente de los valores que preconiza, sobre todo en momentos de crisis:

Cuando la virtud duda
y la incertidumbre reina,
mi espíritu
aparece sobre la Tierra.
(4.7)

Explorar las páginas del Bhagavad Gita es explorar un camino de serenidad y plenitud. Se trata de un camino posible... ahora mismo, exactamente aquí. 



(*) La guerra de las galaxias: "Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...".   


 


lunes, 3 de marzo de 2014

GÉNESIS VÉDICO: RV 10.190

Uno de los aspectos de mayor interés del Rigveda es la exposición de diversos puntos de vista sobre unos mismos temas.

Los casos extremos de esta característica son los 289 himnos dedicados a Indra  (el rey de los dioses y dios, a su vez, de las tempestades) cada uno de los cuales describe aspectos complementarios, o los 218 referidos a los poderosos y cambiantes reflejos del fuego, deificado en Agni.

Es lógico que sea así puesto que sus compiladores fueron, como mínimo, tantos como los miembros de las diez familias a las que se atribuyen tradicionalmente cada uno de los libros - o mandalas - en los que se ordena la recopilación.

Por otra parte, su composición, llevada a cabo según los cálculos más conservadores, alrededor de 2000 aC, se prolongó durante más de 500 años.

Afortunadamente, las matizaciones, las desigualdades e, incluso, las contradicciones son inevitables, frecuentes y, sobre todo, enriquecedoras.

Las respuestas al enigma planteado por la Creación participan de esta diversidad.

Además de menciones ocasionales a lo largo de los libros dos a nueve, los himnos centrados en el origen del Universo se encuentras en el décimo, considerado el más reciente - si es que una obra compuesta hace cuatro mil años puede considerarse reciente... - se afirma que por maduración del pensamiento védico durante los siglos anteriores. Se trata de algo más de media docena de composiciones que examinan el Inicio desde todas las perspectivas.

La profunda visión cosmogónica del sintético himno 10.190 puede ser un buen ejemplo de todos ellos:

El Orden y la Verdad
nacieron del calor convertido en llama.
De allí surgió la Noche,
de allí el rizado Océano.

Del rizado Océano
emergió el Año
que estableció los días y las noches
regentes de todo lo que parpadea.

Dhatar, el dios ordenador,
situó en su lugar al Sol y a la Luna,
al Cielo y a la Tierra
y al Reino del Espacio que hay entre ambos.


De esta respuesta - con tantos ecos bíblicos - brotan, fecundas, nuevas preguntas.



Quizás la más sorprendente sea si el "calor convertido en llama" del segundo verso prefigura - o no - una referencia (intuitiva...) al Big Bang.