domingo, 21 de mayo de 2017

PINTAN BASTOS: ¡ESTAMOS EN LA KALI YUGA!



Según los Vedas, apenas estamos en el inicio de la Kali Yuga, la última y más nefasta de las cuatro eras que conforman la concepción cíclica del tiempo, propia de las creencias del subcontinente indio.

De acuerdo con esta cosmogonía, Brahma - el principio creador de la tríada védica - vive durante cien años. Cada uno de sus años tiene 365 días y cada día una duración de 4.320.000 años humanos. Es dentro de estos días de Brahma - llamados kalpa - que hay que distinguir cuatro eras, claramente relacionadas con las Edades descritas por Hesíodo y con el concepto de Eterno Retorno de Nietzsche.


Las enormes dimensiones del tiempo

La primera de estas eras, denominada Krita Yuga, se prolonga durante 1.728.000 años, la segunda - Treta Yuga - durante 1.296.000, la siguiente - Dvapara Yuga - dura 864.000 años y la última, la Kali Yuga en la que nos encontramos, 432.000.

Pero cada Yuga, además de en extensión, merma también en cuanto a dharma, sabiduría, conocimientos, capacidad intelectual, esperanza de vida, estabilidad emocional y fuerza física.


En el ojo del huracán
Así, durante la Yuga en la que nos encontramos, los gobernantes han pasado de promover el bienestar general a convertirse en peligros públicos y hay grandes migraciones en busca de alimentos. Por otra parte, a nivel individual, prevalecen los valores materiales y crece la violencia.

¡Pintan bastos! porque, además, no se vislumbra ninguna solución ni a corto, ni a medio, ni a ningún plazo y sólo llevamos cincuenta de los más de cuatro mil siglos de la era en la que nos encontramos: la Kali Yuga comenzó el día en que Krishna se fue de la Tierra durante la gran batalla descrita en el Mahabharata, es decir, según algunos cálculos, entre el 17 y el 18 de febrero del 3102 aC.


¿Vías de fuga?
De acuerdo con la mitología védica, Vishnu, el gran impulso preservador, vuelve a la tierra al final de cada Kali Yuga. La próxima vez - que será la décima - se encarnará en Kalki que, encima de su caballo blanco, anunciará la llegada de un nuevo Krita Yuga, es decir de una nueva era dorada.

Pero, como hemos visto, no es para mañana.

Si no queremos esperar tanto, siempre podemos intentar emular a Arjuna que, ante el holocausto que estaba a punto de comenzar en forma de verdadera guerra de exterminio y totalmente colapsado por sus dudas sobre cual era su deber, emprendió el camino indicado por Krishna en el Baghavad Gita (II, 14):

El calor y el frío, el placer y el dolor proceden del mundo de los sentidos, o Arjuna. Vienen y van. Son fugaces. Aprende a trascenderlos.

¡Buena suerte!

jueves, 11 de mayo de 2017

EL RIG VEDA, REFLEJO DE ESTRELLAS



¿Adónde va vuestro brillante carruaje, Héroes?
¿Quién lo ha preparado para un feliz viaje,
partiendo, glorioso, al amanecer
y visitando cada casa, cada mañana?

¿Y dónde vais al atardecer, Ashvins? ¿Y en la aurora?
¿Dónde descansáis durante el día? ¿Dónde pasáis las noches?
¿Quién os recibe, como hace la viuda con el hermano de su marido
o la doncella que atrae a su pretendiente?

De madrugada, con voz clara y alta, convocáis a la oración
y en los hogares acompañáis el sacrificio.
¿Pero, a quién evitáis?
¿Y en qué libaciones os hacéis presentes, Príncipes?

Como a cazadores persiguiendo a dos elefantes salvajes,
os ofrecemos sacrificios al amanecer y en el ocaso.
A los que os invocan en los momentos adecuados,
vosotros, resplandecientes Señores, aseguráis  fuerza y ​​alimentos.



Estas cuatro estrofas inician el cuadragésimo himno del décimo mandala del Rig Veda (RV 10:40), un texto que, a lo largo de cuarenta versos más, continúa describiendo más beneficios que los Ashvins pretendidamente otorgan.

El poema contiene los rasgos básicos de la mitología védica: los Ashvins - dos jinetes y aurigas (la palabra proviene de "ashva", es decir "caballo") - aportan, según las intemporales creencias del subcontinente indio, tesoros, salud y bienestar y alejan la mala suerte y la tristeza.



Los dos hermanos conforman uno de los mitos fundacionales de la cultura indoeuropea: compartimos con nuestros congéneres numerosos antecesores afines, como los greco-romanos Cástor y Pólux, otras divinidades equivalentes bálticas y anglosajonas y personajes legendarios como Rómulo y Remo o Aquiles  y Patroclo.
 

LOS DIOSES SON LUZ ...



Pero los versos versionados más arriba van más allá de estas simbólicas caracterizaciones. Mediante el contexto en el que se formulan las preguntas, identificamos claramente los momentos en los que los Ashvins se hacen visibles, es decir al amanecer y al crepúsculo.



Es, por tanto, normal que sean también conocidos como Lúceros del Alba y de la Tarde, es decir los planetas Venus y Mercurio, que tienen órbitas similares a la de la Tierra, por lo tanto, nunca se alejan de la del Sol .



De hecho, la identificación de los dioses con las estrellas deriva ya de la propia palabra "deva", que significa "dios" en sánscrito, pero también, entre otros significados, "que brilla en el cielo". La palabra proviene de hecho de la raíz indoeuropea "div", es decir "brillar" y está - quizás - relacionada con nuestro "divino".

 
... Y EL RIG VEDA SU ESPEJO



Además de su importancia literaria, el Rig Veda nos transmite una sorprendente cantidad - y calidad - de información sociológica, cultural, religiosa, mitológica y, también, astronómica.



Que los himnos del Rig Veda hagan posible asimilar divinidades con fenómenos naturales o astronómicos es un hecho relativamente frecuente. Surya (el Sol) está muy presente, así como Dyaus y Prithivi (el Cielo y la Tierra) o Ushas (la Aurora), por ejemplo.



Pero que el Rig Veda sea un verdadero código astronómico no depende, sólo, de sus contenidos. Los trabajos del profesor de Ciencias de la Computación de la Universidad de Oklahoma Subhash C. Kak demuestran una relación evidente entre la estructura de la obra y la distancia entre la Tierra y el Sol, los periodos siderales de varios planetas y las dimensiones y orientación de los altares védicos.



El Rig Veda es, según palabras del propio profesor Kak, "un Stonehenge hecho de palabras" y, en todo caso, un libro que refleja, como un espejo, lo que vemos cada noche a los Cielos.