viernes, 10 de julio de 2020

EN EL PALCO CON EL CARRITO DE BARRO (¿O YA ES DE ORO?)

Si en lugar de estar compartiendo este artículo estuviéramos en un teatro, mereceríamos disponer de un buen palco. Podríamos disfrutar así, con espacio y comodidades, de la representación de Mirchakatika ("El carrito de barro"), una de las grandes obras del teatro universal.

Mientras esperamos la ocasión, propongo una solución de muchísima menor categoría pero inmediata... 

A PRIMERA VISTA


Mirchakatika es, en efecto, una gran obra de teatro, escrita en sánscrito y perfectamente representable en cualquier época, ésta incluida. Su indiscutible singularidad proviene de la calidad de su argumento que, a través de diez vertiginosos actos presentan el amor loco entre Charuda - un noble empobrecido - y Vasantasena - un bella cortesana.

Pero la obra es mucho más que una compleja - y apasionante - historia de amor. En ella se producen hechos dramáticos y otros propios de una comedia y aparecen también tramas políticas, domésticas, policiales y sociales combinadas con robos, acosos sexuales e intentos de violación, agresiones físicas y morales, juicios y condenas a muertes y, afortunadamente, inesperadas amnistías reales.

Además, sorprendentemente, no se trata de ninguna secuela - ni precuela -de ningún hecho derivado de alguna obra épica o védica, como es habitual en muchas obras de teatro sánscritas.   

En todo caso - y aquí sí que hay que remitirse a la tradición clásica - el primer acto de la obra nos presenta a los protagonistas de los hechos presentados, sus interlocutores más destacados y, por supuesto, el núcleo y el marco costumbrista en el que se desarrolla la historia.

El diálogo entre Vasantasena y Mandanika - su sirviente - es una buena muestra de ello:

Mandanika: No es un rey, ni un favorito, ni un brahmán, ni un comerciante... ¿De quien se ha enamorado la princesa?
Vasantasena: ¿Estuviste conmigo en el templo de Kama, la diosa del amor?
M: ¡Ahora caigo! ¿Es el hombre que te reconfortó cuando pediste protección? Se llama Charudata.
V: ¡Bien, Mandanika, bien! ¡Lo has adivinado...!
M: Señora, dicen que es pobre.
V: Esta es la razón por la que lo amo. Una cortesana que pone su corazón en un hombre pobre no merece ningún reproche.   

EL CARRITO ES EL VÍNCULO

A lo largo de la representación se van precisando sutilmente los diversos caracteres de la obra y van apareciendo, por encima de los hechos expuestos, lo que está realmente sucediendo en sus relaciones y los vínculos que lentamente, como mecanismos de relojería, los van acercando y alejando unos a otros.

Buen ejemplo de este truco escénico son el espectáculo de la tormenta, durante el que el héroe aleja los temores del ánimo de su amada - con los consiguientes ardores que ello provoca en la pareja -, o la aparición del hijo del protagonista y los sentimientos maternales que despierta en Vasantasena, anécdota que, por cierto y sugerentemente, da título a la obra. 

Rohasena (el hijo de Charudata): ¿No me gusta este carrito de barro, Randanika! ¡Quiero jugar con el mio!
R: Cuando tu padre vuelva a ser rico, podrás volver a jugar con tu carrito de oro...
Vasantasena (que aparece en escena): ¿De quién es este chico? No lleva ningún adorno, pero su mirada me alegra el corazón.
R: Es el hijo de Charudata. Jugaba con un carrito que pertenece al hijo de un vecino, pero me ha dicho: "No me gusta este carro. Dame el mío, que es de oro."
V: Pensar que este pequeño ha de sufrir porque los otros son ricos... ¡Ay, poderoso destino! La fortuna de los hombres es tan vacilante como las gotas de agua sobre una hoja de loto. (Lágrimas) No llores, hijo mío. Pronto volverás a jugar con tu carrito de oro. 

CON EL REY 

El posible autor de Mirchakatika es Sudraka (literalmente "Pequeño Siervo", rodeado como es habitual por las huidizas nieblas de todo tipo de dudas, un rey que parece haber vivido 110 años, hacia el siglo V dC y del que no se tiene ninguna otra referencia que su eventual autoría del Carrito de Barro y, quizás, un par de obras menores.

El dramaturgo supo aumentar la solidez del argumento mediante la utilización alterna del sánscrito, hablado por los principales protagonistas, y de varios lenguajes prácritos - perfectamente comprensibles por las audiencias - usado por los personajes secundarios. También los cambios en el uso del verso y de parlamentos en prosa contribuyen a construir una historia de una gran viveza.

Una de las últimas escenas de la obra - el reencuentro de la pareja protagonista en unas circunstancias dramáticas - es una razón añadida para reiterar que nos encontramos ante un texto de altísima calidad.

Charudata:
¿Eres una sombra de Vasantasena?
¿O eres tú misma bajada del cielo?
¿O, tal vez, en plena locura, creo verte, mi amor?
¿O, quizás, estás llena de vida ante mi?
¿Has vuelto del cielo
de donde te he podido rescatar?
¿Tiene alguien tu figura?
¿Eres tu misma esta otra?

Vasantasena (se levanta entre lágrimas y cae a sus pies):
¡Oh noble Charudata, yo soy la desafortunada que ha caído en esta profunda pena!

UNA ÚLTIMA SORPRESA

El Epílogo de Mirchakatika vuelve a llevar al espectador a una situación imprevista, poniéndole delante no de hechos imaginarios sino de su propia vida cotidiana, eso sí, en una envoltura ceremonial. Lo saca de la atmósfera de fantasía propuesta hasta entonces y lo devuelve a la realidad, quien sabe si también alejada de lo posible:

Un inesperado narrador se despide del espectador exclamando:

¡Que por caminos justos puedan andar los brahmanes
y que alta estima merezcan sus bodas!
¡Que los reyes sean también entronizados por caminos justos
y que la tierra, sumisa, incline su agradecida cabeza!