lunes, 27 de julio de 2015

ADITYA HRIDAYAM. EL CORAZÓN DEL SOL

Ahora que tan cerca tenemos al Sol se hacen aún más evidentes las razones por las que despierta tanta devoción, tanto en sacerdotes de todas la creencias como en incautos turistas por tantas y tantas playas de todo el mundo.

Todos estamos de acuerdo: el astro es el origen de la vida y, sobre todo, nos trae, cada mañana, un nuevo día, acabado de terminar. Fresco y limpito, viene acompañado de la posibilidad de poder volver a empezar.

 Y así es como, hace miles y miles de años - pero podría ser aquí, ahora mismo - un guerrero se enfrentó a quien le había ofendido gravemente y sus consejeros, a fin de asegurar su victoria, lo armaron con los poderes del Sol.

La hazaña está recogida en el Ramayana, el famoso poema épico sánscrito. La narración nos cuenta como Rama - una de las reencarnaciones de Vishnu, simbólico conservador del orden cósmico - viaja (yana, significa viaje) para recuperar a su esposa y matar a Ravana, su diabólico raptor.

El episodio, conocido como Aditya Hridayam (Aditya es el dios Sol; hridayam significa corazón) figura en el capítulo CV del canto VI de la obra y describe en treinta estrofas la capacidad del astro para generar todo tipo de beneficios.

Cuando Rama invoca al Sol le reconoce todo tipo de méritos, como los siguientes, entre otros:

Saludos al ser trascendental que disipa las tinieblas, aleja todo temor y vence a los enemigos. Saludos también al aniquilador de los ingratos y al Señor de los cuerpos estelares.

Saludos al Señor que brilla como oro fundido, al fuego esencial, a la llama del conocimiento supremo, al arquitecto del Universo, destructor de la oscuridad. Saludos a su fulgor, testigo del Cosmos.

Saludos al Señor que todo lo destruye y que todo lo vuelve a crear. Saludos a Aquél que con sus rayos consume las aguas, la calienta y las devuelve en forma de lluvia.  

El final del fragmento describe como Rama se siente listo para el combate:



Mirando al Sol con devoción, Rama recitó tres veces este himno y recibió sus poderes.

Después de purificarse bebiendo agua también tres veces, tomó su arco y al ver a Ravana dispuesto a la batalla, tomó la decisión de destruirlo.

 
Quizás sí que tomar el Sol sirva para algo más que broncearse...


 

viernes, 10 de julio de 2015

EL TRIDENTE DE SHIVA

En la mayoría de sus representaciones, Shiva - simbólica síntesis de los impulsos renovadores del Universo - exhibe con orgullo su trishula (tri: tres, shula: lanza), es decir su tridente.

Se trata de la máxima muestra de su mítico poder, ya que acoge - y proyecta - un incontable número de tríadas, igualmente simbólicas.

El canon de esta sorprendente confluencia de triplicidades incluye, entre otros:

- El pasado, el presente y el futuro.
- Los gunas, o cualidades de todo lo que nos rodea: sattva (equilibrio), rajas (actividad) y tamas (pasividad).
- Las divinidades Brahma, Visnú y el propio Shiva y sus correlatos: la Creación, la Preservación y la Evolución.
- Los modos de expresión del Universo: físico, sutil y causal.
- Los poderes femeninos: voluntad, acción y sabiduría.
- Los estados de conciencia: vigilia, sueño y sueño profundo.
- Los tres sonidos primordiales, generadores del Cosmos (A, U, M), audibles tal vez durante el Big Bang y, en todo caso, posteriormente millones y millones de veces de los labios de los adeptos más variados.    
- Los tres nadis (ida, pingala y sushumna), sutiles canales de energía presentes en la práctica de los yoguis avanzados.
- Las naturalezas cuantitativas y cualitativas del Universo, además del proceso de su emergencia desde lo Inmanifestado.

Y, como colofón y consecuencia de este cúmulo de potencialidades, la capacidad de regenerar los tres mundos: el físico, el de los antepasados y el de la mente.

Es lógico pues que, con ánimo de síntesis y de convertir en tangibles todos estos conceptos, se concluya que el Trishula, el mágico tridente de Shiva, represente la Totalidad, la irresistible potencia de la Realidad Trascendental.