lunes, 11 de noviembre de 2013

RAMA: HÉROE POLIÉDRICO, GIGANTE LITERARIO

El Ramayana - uno de los dos grandes poemas épicos de la literatura sánscrita - nos introduce en la extraordinaria vida de Rama, sucesivamente hijo, hermano, príncipe, esposo, guerrero y rey, siempre ejemplar. 

A lo largo de los siglos, este personaje ha sido - y sigue siendo - un modelo de comportamiento en todas las situaciones para las sucesivas generaciones de la India. La obra, afortunadamente para nosotros, se ha incorporado de manera indiscutible al cánon de la mejor literatura universal.

El argumento básico es sencillo y familiar: el marido se enfrenta y vence a un rey enemigo que ha raptado a su esposa. Otros elementos nos son también conocidos: los rasgos fundamentales de algunos personajes, episodios puntuales, intervenciones divinas...

Pero muchos otros son exclusivos del Ramayana. Destacan el periodo descrito, que se inicia antes del nacimiento del protagonista, la intervención decisiva en la trama de animales humanizados y, sobre todo, el lenguaje, rico y exuberante, de una precisión que matiza todo lo que describe, especialmente los sentimientos de los personajes y, sobre todo, del propio Rama.

Éste, enfrentado a su destino, lleno de contradicciones entre los deberes de la realeza y los del matrimonio, toma decisiones que lo llenan de dolor. Sus dudas, su humanidad, sus errores y sus aciertos arrastran al lector.

El Ramayana es un clásico y, por lo tanto, un libro permanentemente moderno que hay que leer. O, si ya se tenido la suerte de disfrutarlo, releer una y otra vez.

Quizás un  retrato de Rama - extraído del Canto II del primer capítulo de la obra - pueda estimular a una lectura inmediata:

...Rama era modesto y nunca mostraba ni sus sentimientos ni lo que pensaba. Ayudaba a los demás sin vacilar. No se irritaba nunca ni se alegraba sin motivo. Sabía cuando tenía que dar y cuando debía recibir. Era devoto; su mente era firme y tranquila y sólo se rodeaba de buenas personas. No hablaba de nadie; era diligente y cuidadoso. reconocía sus propio errores y también los de los demás.

Conocía la teoría y la práctica de las ciencias. Era hábil en penetrar el corazón de los hombres y rechazaba y concedía favores con clarividencia y respeto a los preceptos. Sabía cuando debía premiar y cuando castigar... 
   


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