miércoles, 16 de octubre de 2013

SÁNSCRITO: EL JARDÍN DE LAS PALABRAS COMPUESTAS

La expresividad y la belleza del sánscrito son el resultado de numerosos factores. Uno de los más decisivos es su facilidad para combinar dos o más palabras y crear así un nuevo vocablo, es decir, para crear palabras compuestas.

Se trata de un fenómeno universal. En español usamos muchas de ellas al cabo del día: portafolios, mediodía, anteayer, cumpleaños, paraguas, pisapapeles, sobremesa... pero en sánscrito son mucho más abundantes y dotan a los textos en los que aparecen de una intensidad muy marcada y de una exactitud extraordinaria y deslumbrante.

Aparecieron ya en los textos védicos, con una frecuencia y unas formas similares a las de la épica homérica, la lengua de la cual comparte, por cierto, un mismo origen (designado con una palabra también compuesta: indoeuropeo).

La mayoría de los nuevos términos incluyen dos palabras, por ejemplo: mitravaruna (la entidad divina dual, formada por los dioses Mitra y Varuna), matarapriti (la madre - matara - y el padre -priti -, es decir, los padres, pero conservando al mismo tiempo sus singularidades) o dyavaprithivi (el espacio que incluye el cielo - dyava - y la tierra - prithivi -). Los compuestos de tres miembros son escasos, pero existen: purvakamarakritvan (cumplimiento de un deseo anterior).

Su uso continuó durante el periodo épico: Mahabharata (los grandes Bharata), Ramayana (el viaje de Rama), Bhagavadgita (el canto del Señor) e incluso nombres propios como Yudhishthira (firme en la batallla). Pero son multitud: maharajá (gran rey), suryachandra (el Sol y la Luna), Himalaya (casa de la nieve), etc.

El máximo desarrollo de las palabras compuestas sánscritas se produjo en el periodo clásico, entre los siglos III a VIII dC, con nuevos vocablos cada vez más largas y significados más elaborados e inclusivos.

Así, parvabimbadhara significa "labio inferior como el bimba maduro", es decir "labios rojos como la fruta llamada bimba cuando está madura" o purvajanmakrita (hecho en una vida anterior) o mucho más largos, de cinco, nueve o incluso treinta y cinco palabras.      

La diosa Sarasvati - que vela por el conocimiento y la belleza en todas sus formas - siempre ha sido bienvenida (para decirlo mediante otra palabra compuestas) en el bellísimo jardín de la lengua sánscrita.



No hay comentarios:

Publicar un comentario