lunes, 31 de agosto de 2015

"EVITA ESTAS SEIS ESPADAS Y VIVIRÁS CIEN AÑOS."

Cada lectura confirma la veracidad de los que se afirma del Mahabharata. Efectivamente, en sus páginas podemos encontrar, literalmente, de todo: desde una grandiosa batalla en la que se enfrenta, de hecho, toda la Humanidad y, por tanto, cada uno de nosotros consigo mismo, hasta breves episodios, a primera vista tangenciales, protagonizados por personajes aparentemente secundarios.

Un sucinto comentario durante una conversación mantenida entre Dhritarashtra - el trágico rey, simbólicamente ciego, tío y padre de los protagonistas del conflicto - y Vidura - uno de los consejeros del monarca - ofrece uno de estos inesperados interludios, que llevan al lector a ratificar su irreprimible y placentera adicción a las bibliotecas y - ¡ay! - a las librerías.

En este caso, el episodio plantea una de las cuestiones nucleares de la vida humana: su duración.

El fragmento, al que le bastan tres estrofas (*) para desplegar todo el ingenio y el sentido común de la sabiduría intemporal, lo expone así:

Dijo Dhritarashtra:

Afirman los Vedas que el hombre tiene que vivir cien años. ¿Porqué pues no todos lo consiguen?

Y Vidura respondió:

El exceso de orgullo, el hablar demasiado, la falta de moderación, la ira, el deseo de placeres y las desavenencias en casa...

Estas son las seis espadas que recortan una y otra vez los años de vida dados a cada hombre.

Son ellas las que terminan matándolo antes de tiempo, y no la muerte.

¡Tenlo en cuenta y sé bendito, o rey! 

Hasta aquí el episodio. Y la pizca de literatura. 

Pero unas notas aclaratorias ayudarán quizás a disfrutar de ella con más intensidad.

Notemos que la pregunta del rey denota una mitificación de los Vedas, ya que no determinan en ninguna parte cuál debe ser la duración de la vida humana. Lo que si expresan -en el Rig Veda, por ejemplo - es el deseo de disfrutar de una vida muy larga, de la que cien años son sinónimo.

La distancia temporal - ¿2.000, 3.000 años? - entre la recopilación de los libros considerados sagrados por los hindúes y la época en la que transcurre el Mahabharata parece haber difuminado el contenido real de las obras, convirtiéndolo en brumosas informaciones más o menos legendarias.

Cabe destacar también que la enumeración de las seis amenazadoras espadas es cercana - si no se es estérilmente riguroso y literal - a los siete pecados capitales de la doctrina judeocristiana: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia.

La diferencia fundamental entre una y otra es que los pecados de la tradición semita ponen énfasis en el sentimiento de culpa y en el castigo cruel por desobedecer leyes presumiblemente divinas, mientras la lista de Vidura cita transgresiones de códigos éticos individuales y colectivos - es decir, en la dimensión social del dharma, resumen de las leyes naturales, presentes tanto en la persona como en el cosmos - con consecuencias claramente más limitadas.

Estos aspectos añaden al fragmento del Mahabharata una dimensión literaria - y cultural - más completa y enriquecedora.

Pero, en todo caso, siempre nos queda la utilidad inmediata del consejo implícito en las palabras de Vidura: una vida virtuosa y, sobre todo, un día a día tranquilo son los ingredientes indispensables del elixir para alcanzar los cien años de edad. Como mínimo...

(Y si, además, estos años se aprovechan para continuar leyendo el Mahabharata, el espectáculo de las estaciones se irá desplegando ante el lector - y también en su interior - de manera ordenada, cíclica y serena, opina, modestamente, el autor de este artículo.)


(*) De la 9ª a la 11ª del capítulo 37 del Udyoga Parva o Libro del Esfuerzo, el quinto de los dieciocho del Mahabharata. El volumen narra el regreso de los Pandava de su injusto exilio, sus esfuerzos por recuperar su reino y los afanes provocados por la preparación de la inevitable guerra de Kurushetra.

 

  

 

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